Muchas veces en nuestras vidas cotidianas tropezamos con alguien o en ocasiones con situaciones inesperadas, y ese tropiezo, nos puede costar caro o bien traer beneficios; veamos algunos casos:
• Hoy por la mañana en el hotel antes de la convención, me tropecé saliendo del elevador con alguien, ambos nos disculpamos; una semana después, lo estaban presentando en mi empresa como mi nuevo jefe.
• Me encontraba haciendo la presentación anual de resultados, y en la reunión estaba presente el director corporativo; tuve un gran error, pues volteé las cantidades de un renglón importante para la compañía. Me mandó llamar a su oficina; aclarada la situación, quedó tan feliz, que me ofreció un nuevo puesto en la empresa de mayor jerarquía y mejor recompensado.
• Acabo de chocar mi auto saliendo de ese lujoso restaurante, tuve la responsabilidad del accidente; el afectado fue el que iba a ser mi jefe y director, casualmente nunca me llamaron para concretar la contratación.
• Por tropezar con la silla, se me cayó un vaso de agua en el bello traje sastre de la directora financiera, se molestó mucho; desde ahí no me invitan a ninguna reunión del área.
• Hace 20 años bailé con una persona que no conocía, y que además no quería bailar con nadie; aceptó mi invitación, fue en la posada navideña de la empresa. Hoy es mi esposa y madre de mis cuatro hijos.
• En el banco me molestó mucho que una persona se metió a la fuerza en la fila en la cual llevaba una hora; le fruncí el ceño, pero ni disculpas me ofreció. Al día siguiente me lo encontré en mi área, era el nuevo colaborador del departamento de impuestos.
• Sin querer me tropecé en la cafería de la oficina con un señor muy serio y vestido de manera elegante y formal, me disculpé; hoy somos grandes amigos: era el dueño de la empresa en donde trabajo.
• En la reunión internacional de la empresa me puse a discutir fuertemente un punto que no quedaba claro. Me gané que todos me vieran raro, pues era el que estaba deteniendo todo el proceso; eso me costó que no me volvieran a invitar.
Todos tenemos tropiezos no solo físicos sino psicológicos; a veces son los que pueden cambiar la ruta de nuestras vidas, solo puede pasar cuando suceden en el lugar preciso, en el momento oportuno y con la persona indicada. Cuidemos mucho ¡ESE TROPEZÓN! ¡PERDÓN, AHORA FUE CON USTEDES!