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El pianista

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  • Sergio Luis Naumov

Aquel hombre que está allí, en aquel rincón tan acogedor, y al mismo tiempo que pareciese invisible, tocando majestuosamente el piano, interpreta hermosas piezas de todos los tiempos, todas ellas bellas, que a la vista y oído de todos los comensales de ese Gran Restaurante aparentan no escuchar ese cálido y romántico piano, porque están concentrados en su plática, en su reunión, en sus asuntos, importantes, o triviales, pero todo al mismo tiempo se convierte en bullicio, en rumores, y el pianista sigue interpretando sus obras clásicas; prácticamente es “Invisible”.

Hasta que un día falto a su trabajo, los mismos comensales sintieron que todo estaba vacío, y dejaba un hueco; incluso aprovecharon para escuchar las pláticas de las mesas vecinas.

El pianista al fin regresó y volvió la dinámica de ese restaurante en donde se reúnen los hombres de negocios, y todo volvió a su normalidad: cada quién por su lado, el pianista invisible, y el chachalaqueo a todo lo que da. Uno de ellos conversaba con sus compañeros lo difícil que se estima la nueva política macroeconómica mundial en los siguientes cuatro años; el otro lo contradecía que había que esperar, porque las cosas son diferentes ahora en nuestro país; el otro simplemente estaba pensando en su familia, mientras tomaba un rico café de olla. En la otra mesa, la charla era acerca de la política, ya saben de qué partido es el mejor, simplemente nunca se pondrán de acuerdo, y al final de dos horas de sobremesa resultará una pérdida de tiempo, aunque quizás divertida para esos amigos.

El pianista seguía tocando piezas tranquilas, a esas que le dicen de “ambiente-confort”; se oyen gritos de uno de los comensales con la palabra explosiva “¡Goool”, pues acaba de meter uno de esos su equipo preferido. Todos brindan con cerveza, menos uno de ellos, que aparenta estar enojado, pues perdió la apuesta. ¡Qué cosa! Cambia el escenario en la otra mesa, unos señores muy trajeados, hablando otro idioma. De repente se escucharon unas risas frenéticas, era una mesa de cuatro personas, eran los “Chistositos”, que se la estaban pasando muy bien, y en la otra mesa de ocho comensales, el de la cabecera estaba brindando por la próxima boda de su hija.

El pianista no paraba de interpretar sus melodías, seguía invisible, y aparentemente en otro mundo en su imaginación y espacio; pero al final se descubrió que es quien más enterado esta de todo lo que pasa ahí, ¿no lo creen?

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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