Mi abuelo me contaba –hace ya muchos años- que cuando mi familia vivía en la colonia Vallejo de la Ciudad de México, había un hermano en particular al que admiraba. Mi madre años después me contó la misma historia de fe de ese creyente. A mediados de los años sesenta del siglo pasado, La Luz del Mundo no era conocida como lo es hoy, ni la prosperidad económica había llegado a los creyentes; eran pocos en número y padecían cualquier cantidad de actos de discriminación por su fe. Pero ahí, en esas condiciones, los hermanos creyeron a la voz del elegido por Dios para guiar a su Iglesia por esos años. Ese hermano en particular –del que por cierto no recuerdo su nombre- esperaba el día primero del mes de julio de cada año para iniciar su éxodo para Guadalajara. Los que lo conocían lo acompañaban a la carretera y le despedían llenándolo de bendiciones, entre abrazos y llantos. Consolado por la compañía de los hermanos, iniciaba su viaje a pie de la Ciudad de México a Guadalajara.
Han pasado más de seis décadas de esa historia, y he seguido viendo y viviendo esa forma de vida que caracteriza a los creyentes de esta fe. Durante los últimos ochenta años, la Iglesia se reunía en la ciudad de Guadalajara, cada año en el mes de agosto. El crecimiento exponencial de la Iglesia provocó que, a la par de la colonia Hermosa Provincia, varias sedes se fueran habilitando para atender y recibir a los miles de creyentes. Sin embargo, al no poder detenerse el crecimiento de la Iglesia, la capacidad e infraestructura de la Iglesia y de sus integrantes fue insuficiente desde hace ya algunos años.
Hoy, por primera vez en la historia de la Iglesia La Luz del Mundo, la sede mundial de la Iglesia para celebrar la Santa Cena será California. Hoy se lleva a cabo la ceremonia de Bienvenida dirigida por el apóstol de Jesucristo, hermano Naasón Joaquín García. Hoy, en el Glen Helen Amphitheater, en San Bernardino, cerca de cien mil creyentes procedentes de todo Estados Unidos, Canadá, Alaska, Australia, Europa y Guadalajara, comenzarán la fiesta más grande para ellos, la que los ha convocado para participar y recordar el sacrificio que Jesucristo tuvo hace más de dos mil años.
Y hoy –también- las redes sociales nos revelan el éxodo de la Iglesia, su peregrinar hacia la ciudad elegida por el apóstol de Jesucristo para congregarlos. Una a una, las imágenes, los videos, las fotos, el texto, el audio, revelan la fe de un pueblo que ha creído en la elección de Dios y testimonian la prosperidad que ha llegado a ellos, como consecuencia del cumplimiento de la promesa de Dios a su elegido. Así que la gran mayoría de los que hoy se congregan en el Anfiteatro Glen Helen llegó a hoteles, viajó en avión y previó sus gastos para este fin. Esto es prosperidad. Y así también, atrás quedaron los años en los que los hermanos se trasladaban con muchas, muchas limitaciones económicas.
Este es el tiempo de La Luz del Mundo y estos son los años de la globalización de la Iglesia bajo la dirección apostólica del hermano Naasón Joaquín García.
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