Dos partidos diferentes, dos rivales muy distintos y dos caras infinitamente opuestas de Selección Mexicana, infinitamente diferentes las selecciones rivales, y un cuadro mexicano que al menos en el primer tiempo en Guadalajara intentó ser el protagonista, con un once inicial más liviano, rápido, con individualidades que sumaron a lo colectivo, dejando en claro que lo que hace falta es trabajo colectivo, futbol, familiaridad y funcionamiento.
Porque el carácter, actitud y orgullo se tienen, incluso al meter la pierna, cuando estos sellos deben de ser valores agregados en un grupo de trabajo y más cuando algunos buscan poner su nombre en una lista de 26 para una Copa del Mundo y que fue bien aprovechado por muchos de ellos, mientras que otros dieron un paso al costado y la tendrán muy complicada para regresar a la lista principal.
Soluciones, Vasco
Preocupante ver al entrenador ofrecer mil pretextos, repartir culpas, señalar jugadores, carencias de la competencia, durante los juegos mentandole la madre a los árbitros cuando no marcan lo que quiere, pero pocas, muy pocas veces y lejos de asumir responsabilidades, ofrecer soluciones, hablar del trabajo de los 10 días, darle confianza a algunos jugadores que han sido llamados por su nivel y posición en sus clubes y al llegar a Selección los ponen en otro lado o los mandan a la tribuna.
Hoy, la Selección Mexicana a escasos 220 días del Mundial necesita una familiaridad de juego, de idea colectiva, no una estampa táctica, un sistema que les resulte en asociación, en pequeñas sociedades que hacen a un equipo explotar y ser mejor al paso de los juegos. Estos dos meses se intentó resolver las dudas del entrenador en cuanto a los nombres y posiciones, y se terminó con dudas, exhibidos y con más incógnitas en cuanto a algunos futbolistas que hasta antes de estos días se sentían arriba de la Copa del Mundo.
Rivales que cuentan dinero, y mucho esfuerzo traerlos y sacarles el juego, y lejos de aprovecharlos con un sistema y columna vertebral base fueron experimentos para la mayoría, buscar la aprobación del entrenador y no el esfuerzo colectivo.
Hoy podremos presumir una columna base de tres o cuatro jugadores: Johan Vásquez, César Montes, Gallardo, Lira o Edson, Raúl Jiménez y paremos de contar.
Los que se suben
Hoy se vislumbra una Copa del Mundo con Julián Quiñones y Germán Berterame, quienes en su posición natural y con más libertadores puedan ayudar mucho al juego colectivo de la Selección Mexicana. Además del peso individual que destaca por su calidad, abren una ventana importante: Érick Sánchez, Mateo Chávez e Israel Reyes, quienes con esfuerzo y sacrificio apuntalan un escalón más para convencer a Javier Aguirre para buscar un lugar en el Mundial del 2026.
Difícilmente se puede calificar a los jugadores por los dos partidos cuando fueron dos rivales muy distintos y con cualidades diferentes, incluso la notoria calidad en la cancha, pero estos seis o siete mencionados ayudaron a lavar un poco la cara de lo que dejó el duelo frente a Colombia, y frente a Ecuador rindieron y sobresalieron en el grupo.