El eslogan del actual Gobierno, exhibido continuamente en la propaganda oficial, pretende trasmitir una idea de cambio, de adelanto, de evolución. Pues, la estrategia de la CNTE y sus grupos afines parece una respuesta directa a lo que difunden los comunicadores de Enrique Peña: bloquear a México, proclaman ellos.Pero, no sólo se limitan a formular este curioso ofrecimiento en sus correspondientes boletines y comunicados sino que, para ser tomados en cuenta y que sepamos que la cosa va en serio, pasan a la acción: bloquean carreteras, cierran el paso a centros comerciales y, en lo que viene siendo un evidente perfeccionamiento de sus tácticas obstaculizadoras, impiden ahora la circulación de los trenes que transportan insumos para la industria nacional.
Esta escalada en la estrategia de desestabilización es gravísima: luego de que hayan taponado las vías que enlazan el puerto de Lázaro Cárdenas con el interior del país, se habla de que algunas plantas siderúrgicas están a punto de suspender su producción, de que bajan los inventarios de las fábricas y de que pueden verse inclusive afectadas las armadoras de coches. Como si no fuera suficiente que los pobladores de algunas de la zonas más pobres del territorio nacional comenzaran a quedarse sin leche en polvo y sin harina de maíz, que los trabajadores de hoteles y restaurantes afrontaran el despido por la quiebra de los establecimientos y que miles de pequeños comercios cerraran sus puertas —en una cascada de pérdidas que, dicen, sobrepasa ya los cuatro mil millones de pesos— ahora arremeten contra el sector industrial y ponen en jaque inversiones futuras y empleos para otros miles de compatriotas. Ya consumaron casi la ruina económica de sus comarcas —el mero hecho de dejar sin clases a los niños de sus estados los ha condenado a un desesperado atraso, por no hablar de la criminal dilapidación de los recursos públicos en manos de una agrupación de usos auténticamente mafiosos— y ahora quieren más, ambicionan la devastación de todo un país.
Pero, ¿no hay manera de someter a un grupo —a una minoría, después de todo— que está perjudicando a millones de mexicanos, niños incluidos, sin utilizar brutalidades innecesarias y sin abusar de la fuerza? Traten de aventurar ustedes la respuesta a tan insondable, impenetrable e indescifrable misterio…
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