Circulan rumores de que México ha decidido NO llevar a cabo el Mundial de futbol de 2026. O sea, sería en la parte que le toca, a saber, los partidos que se jugarán en Estados Unidos Mexicanos (13), siendo que la mayoría de los encuentros tendrán lugar en Estados Unidos de América (78) y los otros 13 restantes serán en Canadá.
Como si fuera tan fácil desentenderse de los compromisos celebrados con los grandes organismos deportivos internacionales, oigan.
Pero la gente, muchas veces, se cree las más extravagantes y estrafalarias historias. Por eso medran los charlatanes, miren ustedes, por la propensión del respetable público a imaginar escenarios tan absurdos como ilógicos. Se aparece entonces un tipo soltando las más desaforadas barrabasadas y no sólo sale airoso del trance sino que se agencia a toda una caterva de seguidores.
Lo que sí ocurrió fue que dos de las federaciones que organizan el supremo torneo futbolístico, la Femexfut y la U.S. Soccer, retiraron la candidatura para que el Mundial femenil de 2027 se llevara a cabo en sus respectivos países.
Pero, por lo demás, CDMX, Guadalajara y Monterrey serán sedes de partidos mundialistas. No sabemos cómo quedará el estadio Azteca luego de las renovaciones que acaban de comenzar pero los campos de las otras ciudades son de primerísimo nivel. Un verdadero orgullo, más allá de las turbiedades de doña Liga MX.
Lo que llama la atención, entre quienes se han tragado la píldora de que un país puede cancelar sus obligaciones así nada más, a la torera, es la arremetida contra la competición misma como si no se tratara de algo que nos beneficia sino de un negocio de unos cuantos. En las redes sociales aparecen mensajes declaradamente hostiles y muchos participantes se congratulan de la presunta cancelación.
Y sí, es un tema que lleva la FIFA y no estamos hablando de la más ejemplar de las organizaciones. El asunto, sin embargo, es que ponerse a criticar todo lo que acontece en este mundo –las carreras de coches, los grandes torneos deportivos, los concursos, etcétera, etcétera— señalando que lo único que hay detrás son oscuros intereses, eso no es sagacidad ni perspicacia sino puro resentimiento.
Resulta muy inquietante darse cuenta de lo enojada que está tanta gente.
