Cultura

La noche soy yo

El mundo no sería lo mismo sin Francia, sin los franceses. Sin sus vinos y quesos. Sin sus películas y sus actores: Alain Delon, Brigitte Bardot. Sin su música: Maurice Chevalier, Charles Aznavour, Edith Piaf, Jacques Brel, Serge Gainsbourg. Sin sus pintores, fotógrafos y escultores. Sin la libertad, la igualdad y la fraternidad que contagiaron al mundo. Sin sus enormes escritores, pensadores y filósofos, de Michel de Montaigne a Voltaire y Albert Camus y cientos, miles más, que aún hoy agitan con viveza el pensamiento contemporáneo. El mundo no sería el mismo sin la rebeldía, el humor —Je suis Charlie!— y el refinamiento de los franceses —y de las francesas, sensuales como pocas.

Dondequiera que haya un francés habrá cordialidad, buen gusto y una agradable conversación.

Pero si alguien se lleva las palmas en esto de la hospitalidad, ése es un francés que decidió vivir en México a finales de los años setenta y que responde al sonoro nombre de Henri Donnadieu. El nervioso, impetuoso, aventurero, magnético, exaltado, pícaro, culto, elegante, refinado, romántico, sensual, coqueto y audaz francés que creó decenas de empresas desde Nueva Caledonia hasta Acapulco y una entrañable y hostil Ciudad de México. Sí, la noche es él. La noche es de él.

Henri Donnadieu cuenta en estas breves pero intensas páginas una vertiginosa vida de película. Nació en medio de la guerra, en un pueblo campesino junto al Mediterráneo. Sus padres lucharon contra los nazis y sus abuelos, comunista él, católica ella, lo cuidaron como a un hijo. Desde niño supo que era homosexual y vivió su sexualidad de manera libérrima. En la escuela le gustaba la revisión médica anual de los alumnos para mirar sus cuerpos desnudos. Tuvo novios apasionados y amantes árabes de ocasión. Siempre supo distinguir entre el amor romántico y el sexo fugaz en el bosque, en la playa, en los baños y en los pasillos de los cines. Se enamoró como una princesa y cogió como un sátiro, pues.

Prosa fugaz la de Henri, a quien dan ganas de pedirle que se detenga más en algunos pasajes, que se muestre tan memorioso como su célebre paisano Proust. A cambio, nos muestra un periplo veloz de la vieja Europa a la recóndita Polinesia y de ahí al México bárbaro, donde hallaría no uno, sino varios hogares y donde edificó lujuriosos templos del placer y la cultura.

Henri tiene un imán que atrae a toda suerte de personajes. Su madre fue amiga de Edith Piaf y él mismo recibió clases de Maurice Duverger y de Raymond Aron; fue activista de una izquierda imaginativa que florecería en el mayo francés. Conoció a Anaïs Nin, bella y serena en su vejez.

Uno de los capítulos más extensos de este libro es el que dedica al Disco Bar El 9, donde tuve la fortuna de conocerlo y de trabajar con él. Siempre elegante e hiperkinético, me daba risa la forma incomprensible en que pronunciaba mi nombre. Compartimos varias veces la mesa de su casa con la extravagante poeta Pita Amor, que a media comida rapeaba la tonadita de Mickey Mouse y contaba anécdotas de sus locas aventuras en otros planetas.

Henri estaba contra todos los guetos, incluyendo el de los homosexuales y travestis, y en El 9 destruyó el gueto de jóvenes gays de clase alta para ponerlos a bailar con roqueros, artistas y punks de la periferia urbana. Ese pequeño y apretado lugar fue la catapulta del rock en español que aún hoy se escucha en México y más allá de sus fronteras —para bien y para mal.

La noche soy yo es la crónica de cientos de noches desenfrenadas donde se derrochaba talento, belleza y sensualidad —pero, sobre todo, una libertad sin cortapisas. Leeremos pasajes escandalosos y otros plenos de ternura. Veremos desfilar una pléyade de celebridades nacionales y extranjeras y reviviremos una larga época que va de los setenta a la actualidad. Toda una vida de esfuerzo, de creer en el arte y en la cultura, en el amor y en la solidaridad.

Henri Donnadieu no solamente ha sido testigo de cambios sociales y culturales, también ha sido parte de ellos. Un provocador, un liberador y un amante de la vida, sobre todo de la vida que nace cuando el sol se oculta. La alegría de vivir de noche.

(Con algunas modificaciones, este texto es el prólogo del libro de Henri Donnadieu, publicado en este año por Planeta)

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Rogelio Villarreal
  • Rogelio Villarreal
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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