El PRI habrá de renovar su dirigencia pronto. Su consejo político ha decidido que hará una consulta a la militancia para tomar esa decisión.
Ello plantea retos enormes: De organización, de recursos, de lograr un padrón confiable, sobre todo después de las elecciones del año pasado que implicó un éxodo de militantes hacia otros partidos, particularmente hacia Morena. No obstante, ese método de elección ya es decisión de la dirigencia nacional y ellos habrán de resolver dichos retos, deseamos lo logren.
Hay otros retos, en mi opinión, de mayor trascendencia: El definir qué va a plantear el PRI a la ciudadanía, qué propuestas y acciones deberá hacer el partido para recuperar la confianza perdida de los votantes y lograr ser aceptado por más mexicanos que hoy lo rechazan.
Para mí esta elección debería ser sobre estos temas. Ojalá que el proceso de renovación de la dirigencia nacional sea un debate sobre este tipo de temas.
En las pasadas elecciones la ciudadanía le mandó al PRI y a sus dirigentes y representantes con poder político un mensaje claro, muy fuerte: Basta de corrupción, impunidad e inseguridad; basta de soberbia y desapego de las necesidades populares.
Y sin duda ese mensaje se lo ganó a pulso el PRI, fueron demasiados personajes a quienes el partido llevó a cargos de representación política que han saqueado y endeudado a sus Estados, personajes corruptos y cínicos que abusaron de su cargo y privilegiaron el resolver y asegurar su situación económica y política personal, sobre la obligación de atender los problemas de las comunidades a las que juraron servir al asumir sus respectivos cargos.
México requiere un PRI fuerte, competitivo, un PRI que impulse el fortalecimiento de las instituciones públicas, instituciones renovadas, fortalecidas y más eficaces, para así podamos tener éxito en superar los problemas que más agravian a los mexicanos de hoy.
Para ello el PRI debe recuperar y dar nueva realidad a sus ideales de justicia social y democracia, y aprender de los mejores momentos de su historia, sacar lección de dichas experiencias para estar a la altura de lo que demandan ahora los mexicanos, demandas que se pueden resumir en resolver de fondo la creciente desigualdad entre personas, géneros y regiones; erradicar la grosera impunidad, donde a pocos se les aplica la ley cuando la violan, y la rampante corrupción que permea la vida nacional; así como acabar con la inseguridad y violencia que nos impide vivir en paz.
El reto para el Partido hacia el futuro es enorme y complejo.
Revisemos algunos de los momentos más lúcidos que como partido y gobierno hemos tenido, ello nos podrá aportar ideas para enfrentar los retos actuales.
Sin duda los mejores momentos de gobiernos del PRI han sido cuando han creado instituciones nacionales para atender los retos de su momento. Plutarco Elías Calles, en su último informe de gobierno en 1928, convocó al país a dejar atrás la época de caudillos y transitar a una de instituciones. Lo hizo en respuesta a la crisis política generada por el asesinato del Presidente electo, Álvaro Obregón.
Esa convocatoria dio origen al PNR, abuelo del actual PRI, que aglutinó múltiples fuerzas y partidos regionales; dio origen también al mismo PAN.
Antes, frente a las graves crisis de posguerra, que llevaron al quiebre de sistemas democráticos y al surgimiento de totalitarismos en Europa, y al observar los estragos que en Alemania causaba la hiperinflación en su visita de 1924, Calles, ya en la presidencia, en 1925 creó el Banco de México para evitar el contagio de esos fenómenos.
Estas instituciones, un banco central que ordenó la economía y un sistema de partidos donde dirimir por vías institucionales la lucha política, dieron estabilidad política y económica a México. Nos permitieron sortear la gran depresión de fines de la década de los 20 y principios de los 30, y dieron impulso a décadas de profundas transformaciones en el país.
Años más tarde, Lázaro Cárdenas del Río transformó el PNR en PRM, recuperó para el país la soberanía sobre los recursos petroleros, revitalizó la reforma agraria, impulsó la planeación de la gestión del gobierno, así como la organización de Cámaras y Sindicatos para fortalecer la representación de los distintos intereses.
Manuel Ávila Camacho promulgó la ley para acabar el analfabetismo y una reforma del sistema educativo que implicó la unificación de programas de educación rural y urbana, y el impulso a la profesionalización de los maestros. Fomentó también la unidad de los mexicanos y sus instituciones para hacer frente a la situación de la Segunda Guerra Mundial.
* Presidente del Cluster de Energía Coahuila
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