Política

Pobres por necesidad

No es lo mismo ser pobre por necesidad que ser pobre por vocación. La dirigencia de los Legionarios de Cristo está tratando de copar con la relativa crisis de sus finanzas, pues es obvio que el flujo de donativos ha disminuido desde que los grandes capitales mexicanos y las clases altas del país dejaron de apoyar a una congregación que se especializa en pedir dinero. Ni siquiera se trataba de evangelizar a los ricos. Como en muchos países donde la Iglesia católica es hegemónica, el acuerdo con las clases pudientes era simple: yo te bendigo, te caso, te bautizo a tus hijos, incluso te doy la absolución por tus pecados (previo arrepentimiento real, por supuesto), a cambio de un jugoso donativo, el cual no pasa por el fisco (o pasa con recibos deducibles de impuestos), ni por los registros eclesiales. En ocasiones (tengo testimonios de ello) los donativos se hacían a través de cuentas en las Islas Caimán o algún otro paraíso fiscal. La Legión de Cristo no era una congregación: era una máquina oscura de hacer dinero.

Muchos católicos acaudalados (y otros no tanto) piensan que pueden comprar su salvación con obras pías. Es una vieja historia que comenzó en la época colonial, cuando el cuento del purgatorio hizo temer a muchos por sus almas y generó tantísimas donaciones en testamentos para financiar misas, capillas, parroquias y catedrales, y que los sacerdotes beneficiarios pudieran rogar por la salvación del alma del pecador. Sin tanto dramatismo, la Legión se dedicó a explotar los sentimientos de culpa de los poderosos. Me pregunto ¿qué pensarán ahora muchos de estos grandes empresarios que fueron casados (ellos o sus hijos) por Marcial Maciel, como una forma de mejorar su estatus social? ¿Será incluso válida su boda? ¿Serán válidos los bautizos? Canónicamente seguro sí, pero para quienes creen en ello, ¿tendrá algún valor religioso haber sido casado por un criminal como el fundador de la Legión? En todo caso, más de un católico pudiente pensará que todo ello no fue más que dinero (y mucho) tirado al basurero.

El verdadero problema de la Legión con el dinero no se circunscribe, sin embargo, a la reducción en el flujo de donativos. Tiene que ver con su “carisma” fundacional y con su vocación como congregación religiosa. Ahora sus miembros van a jurar un voto de pobreza y eso suena muy bien, aunque en realidad ya la congregación los despojaba de todos sus bienes y les daba apenas lo necesario para cubrir sus necesidades de manera decorosa. Pero nunca la Legión ha tenido la menor intención de dedicarse a los pobres. Si uno presta atención se puede dar cuenta de que su vocación era crecer (por crecer) entre ricos y en los países ricos o en vías de desarrollo entre sus clases altas. De allí que sus obras se extendieran no en Oaxaca o Chiapas, no en Centroamérica o África, sino en Chile, en España, en Estados Unidos o en Irlanda. La nueva “vocación” por la pobreza de los legionarios no resuelve el problema del “carisma” de la congregación religiosa; es en el mejor de los casos un autoengaño que oculta el problema central de la Legión: el de ser una congregación que no tiene una misión clara y real porque el “carisma” (teológicamente hablando) de su fundador nunca existió y se dedicó a amasar dinero y “vocaciones” sin sentido, detrás de un eficientismo no evangélico, como señala Nelly Ramírez en su libro que no me canso de citar, El reino de Marcial Maciel.

A la nueva pobreza anunciada por los legionarios todavía le falta mucho por aclarar. Por ejemplo, lo que sucedió con Integer, ese corporativo que manejaba a la Legión como una empresa, con sueldos altísimos para los rectores de sus universidades y otros altos directivos, en manos de familiares o amigos del legionario Luis Garza Medina y otros conocidos empresarios regiomontanos como René Lankenau. Integer pretendía manejar incluso “inversiones éticas de alta responsabilidad” con “certificados éticos” para los inversionistas emitidos por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (en Roma).

¿Puede entonces anunciar la Legión un voto de pobreza, cuando en realidad lo que está haciendo es pura reingeniería financiera, sin carisma ni vocación evangélica real?

roberto.blancarte@milenio.com

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Roberto Blancarte
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