Ninguna sorpresa representó el anuncio de los resultados del análisis efectuado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) al Congreso del estado de Jalisco. Me parece recordar que diagnósticos previos ya habían señalado los problemas con la nómina del Congreso. Por IMCO ahora sabemos que el Poder Legislativo mantiene “una nómina obesa, con disparidad de salarios que no reflejan el grado de preparación y estudio de los empleados, y con trabajadores que realizan labores ajenas a su nombramiento” (MILENIO JALISCO, 15 de febrero).
Las métricas resultantes del estudio de IMCO clarifican la magnitud del problema estructural de los recursos humanos del Poder Legislativo: alrededor de 600 trabajadores no aportan valor a sus funciones públicas por lo que bien podrían salir, el 26 por ciento de los mil 69 empleados realizan actividades distintas a las establecidas en su nombramiento y el sueldo neto anual promedio que reciben sus empleados resulta mayor al ingreso promedio en Jalisco (MILENIO JALISCO, 15 de febrero).
Las reacciones y posicionamientos frente al anuncio no se han hecho esperar. En principio se ha dicho que no habrá despidos masivos injustificados, así como tampoco se permitirán atropellos a los derechos laborales por parte de las representaciones sindicales de los trabajadores del Poder Legislativo. De esta manera lo que se vislumbra es un difícil proceso de negociación y concertación político-sindical a fin de determinar quién sale y quien se queda en la nómina. De los integrantes de la actual legislatura depende que dicho proceso no llegue a convertirse en una especie de gatopartismo en el que se simulen cambios para que todo siga igual.
Para ello resulta imprescindible que, a partir del análisis de sus recursos humanos, los legisladores se tomen el tiempo suficiente para reflexionar acerca de la imagen objetivo del Congreso que se aspira alcanzar con la reestructuración orgánica y a partir de ahí definir otros elementos clave que marcaran el proceso: desde la adopción de la estrategia misma como el estilo de negociación que se seguirá, pasando por una revisión de conjunto de la estructura, procesos y procedimientos.
Roberto Arias