Dónde estamos parados los hombres que pasiva o activamente somos cómplices de que un hombre como Félix Salgado Macedonio pueda ser gobernador de Guerrero?
Esta es la pregunta que hizo la escritora Alma Delia Murillo el viernes pasado en su texto “Fuenteovejuna y el candidato”.
Tiene absoluta razón cuando afirma que el repudio no ha contado con nuestra voz. No hemos otorgado la dignidad que merecerían los testimonios de cinco mujeres víctimas de acoso y violación.
Para los de mi sexo pareciera siempre haber un tema más urgente, más importante, más trascendente que combatir el mandato machista en el que fuimos educados.
Critica Murillo que bajo un argumento legalista se pretendió resolver la inmoralidad de esta candidatura. Sin embargo, según los estatutos de Morena Salgado Macedonio fue seleccionado como abanderado, no porque las asambleas de militantes (mujeres y hombres) de su partido lo respaldaran, sino porque según las encuestas —¡oh, ingrata sorpresa!— este senador guerrerense resultó ser el aspirante más popular.
En otras palabras, fue irrelevante que Salgado haya sido señalado como macho violentador, no tanto porque la ley lo haya absuelto, sino porque, a pesar de su biografía repudiable, es un político muy popular.
La popularidad del violador perdonó al violador: este es precisamente el argumento contra el que todos tendríamos que pronunciarnos sin ninguna ambigüedad.
Retomo el reto de Alma Delia Murillo y me declaro hombre ofendido, padre, hermano, marido, deudo que debió protestar desde la primera ocasión.
Esta vez no quiero ser cómplice omiso de la violencia soliviantada por mi género.
También, muchos hombres estamos hartos de que personajes como este individuo sobrevivan políticamente a sus desmanes, en buena medida porque gozan del aplauso masculino.
Zoom: Si romper con esta complicidad pasa por negar el voto al partido que postula al violador, pues que así sea. Cabe todavía que las urnas sirvan para reconocer que Morena rectificó a tiempo frente a tan perturbante decisión.
@ricardomraphael
