Política

Las tres caras de un hackeo

  • Opinión fundada
  • Las tres caras de un hackeo
  • Ricardo Corona

Cuando se habla de acceso a información pública, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) entra en la categoría de imposible y la razón es clara. Es la encargada de defender la integridad, independencia y soberanía del país, seguridad interior, auxiliar en necesidades públicas, acciones cívicas y obras sociales. Sin embargo, ante las múltiples encomiendas que se le han ido acumulando como construir infraestructura para otra dependencia, iniciar y administrar negocios, brindar seguridad pública, atender aduanas y aeropuertos, es decir, actividades más allá de su función sustantiva, parecería un buen motivo para hablar de transparencia. Pero no, tampoco ha sido posible.

Se dice que el tiempo es inventor de novedades y descubridor de verdades. El desarrollo tecnológico ha permitido mejorar las condiciones de acceso a información de interés público, lo que no quiere decir que en todos casos sea legal. La semana pasada un hackeo a la Sedena comprometió información equivalente de 6 teras, situación que mostró tres caras: la buena, la mala y la peor.

La buena cara es que por fin salió algo de información pública con evidencia. La presidencia cerró su cuarto año con cerca de mil conferencias que, redondeando, faltarían unas 500 más; y si se asume que cada una dura en promedio dos horas, serían un total de tres mil horas. La cantidad de información sustraída de la Sedena equivale a eso, nada más que con otros “otros datos”, con evidencia que permitirá reivindicar ociosas horas de periodistas, investigadores, académicos. Habrá que ser responsables con esa información. La mala cara es que reitera algo que por años tanto se ha dicho y poco se ha hecho. Una estrategia tecnológica nacional que, entre sus múltiples objetivos, sea contar con mecanismos que garanticen la ciberseguridad del Estado. Se aprovecharon vulnerabilidades que ya habían sido reportadas por la Auditoría Superior de la Federación y que además había solución. Pero la reacción de la autoridad obligada ha sido un sistemático silencio. La peor cara es que el hackeo a la Sedena no es el mayor de sus problemas. Es una manifestación más de circunstancias con las que tendrá que lidiar una dependencia saturada de encomiendas ajenas a su naturaleza, que ha mandado mensajes de incertidumbre jurídica y que corre el inminente riesgo del desgaste de su reputación ante la confianza ciudadana.

México escucha diariamente que hay salud, educación, seguridad, paz, crecimiento económico, trabajo, que “vamos bien”. Pero bastó un hackeo para lograr una transparencia involuntaria pero irrebatible. Los 44 discos de Chico Che se quedarán cortos.

Ricardo Corona 

ricardo.corona@koalsulting.com

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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