Queridos reyes:
Su festejo fue un gran momento para reflexionar el reto de saber pedir. Y es que, si bien se ha pedido tanto por un cambio rotundo para el país, no se enfatizó que fuera positivo; se ha pedido ver a la economía mexicana en un número más alto y dejó de estar entre las 15 principales del mundo; se pidió no meterse con los niños y ahora no reciben vacunas de Covid-19 y otras más; se ha pedido menos violencia y ahí están las cifras, pero con una contrastante realidad en muchos lugares del territorio. En fin, parece que el error está en cómo pedir y habrá que asumir las consecuencias, por el momento. Pero sin desatender los buenos deseos hacia adelante para el país como, entre muchos más, la agenda tecnológica. Y es que si las entidades gubernamentales no implementan soluciones que verdaderamente contribuyan en mejorar las condiciones de gobernanza, seguirá el ya conocido estancamiento institucional en muchas áreas.
El mundo ha sido testigo de procesos de descentralización en donde una persona o un pequeño grupo han competido con grandes empresas de comunicación desde un teléfono celular; gente que ha hecho replantear sus planes a instituciones bancarias a partir de monedas digitales que han impactado en la reconfiguración de la economía global, o empresas de ropa, herramienta, comida, o hasta constructoras, que ven el riesgo de ser desplazadas por cualquier persona que cuente con una impresora 3D o 4D.
Lo anterior sugiere pensar que es cuestión de tiempo para que en las ciencias sociales también haya una disrupción de lo que hasta ahora se ha hecho en el campo de la gobernanza, a partir de la tecnología. Quizá el surgimiento de mecanismos de rendición de cuentas del gasto público que estén disponibles para todo mundo, pero resguardados en una cadena de bloques (Blockchain) que los haga inalterables y permita que en todo momento la ciudadanía pueda saber con claridad a dónde va el dinero público y quienes son las personas encargadas de su manejo; o de todos los casos de corrupción y las evidencias disponibles que muchas veces parecen olvidarse o desaparecer. Eso sería un siguiente nivel de información que impediría el surgimiento de los míticos otros datos que nunca se ven; contribuiría al combate de una corrupción que hoy es el mamut en la sala; y más importante aún, permitiría que el pueblo no nada más mande desde el imaginario colectivo, sino que en lo individual tenga la certeza de que la información disponible es la adecuada y no la que se quiera publicar.
Por lo anterior, queridos reyes, hago esta fe de errata no para pedirles algo fuera de tiempo, sino para agradecer el motivo de una reflexión que todo mundo debería tener para verificar si lo que pide es coherente con lo que recibe y quiere para su país.
Ricardo Corona
ricardo.corona@koalsulting.com