Finalmente Carlos Romero Deschamps renunció al liderazgo del sindicato petrolero firmando, tal vez, una visa de salida a la impunidad.
Y lo digo porque luego de 26 años de cacicazgo en uno de los sindicatos más poderosos de México, ahora de buenas a primeras renuncia en medio de acusaciones y denuncias que lo persiguieron todo ese tiempo pero hoy presionado sí, por una investigación federal y la invitación velada del propio presidente López Obrador a renunciar (igual que lo hizo el exministro Medina Mora), para atender las dos denuncias en su contra por enriquecimiento y operaciones de procedencia ilícita.
A lo largo de su administración al frente del sindicato petrolero, Romero Deschamps enfrentó diversos señalamientos que lo involucraron en actos ilícitos como el Pemexgate, enriquecimiento ilícito y escándalos que exhibieron los excesos en los que incurrieron tanto él como su familia.
Tan solo el caso Pemexgate implicó el desvío de mil 500 millones de pesos provenientes de fondos sindicales para la campaña presidencial del PRI en el año 2000.
En 2016 trascendieron algunos de los lujos que poseen los familiares del ex líder sindical, como los yates de sus hijos Paulina y Alejandro en Cancún, donde el mismo Romero Deschamps tiene un departamento.
Y cómo olvidar la compra del Ferrari Enzo adquirido por su hijo José Carlos por la suma de dos millones de dólares.
Y cómo no entender la riqueza del dirigente petrolero, si el STPRM representa a más de 120 mil trabajadores, mismos que catorcenalmente entregan una cuota sindical de entre 197 y 350 pesos mensuales que hacen una bolsa de más de 43 millones de pesos, además de las transferencias que PEMEX hace mensualmente al Sindicato petrolero por 7 millones de pesos.
Hoy, no basta con que el gobierno de la autollamada 4T haya logrado lo que gobiernos anteriores debieron haber hecho desde hace años, fincarle responsabilidad a quien se enriqueció de una manera escandalosa con recursos de sus agremiados y de la empresa más grande que tiene el Estado mexicano.
El presidente López Obrador tiene ante sí la oportunidad de avalar su política anticorrupción y permitir que el poder judicial haga su trabajo para que Carlos Romero Deschamps responda por los cargos en su contra y que no sea ésta una charada más de la política mexicana de la simulación.
¡Vamos!, que se haya negociado la transición tersa y pacífica en la dirigencia del sindicato petrolero a cambio de impunidad, simulando un juicio efectivo del que, como tantas veces, volverá a burlarse de la justicia mexicana.
Como lo comenté aquí mismo en agosto pasado, la 4T sigue cerrando la pinza para que Enrique Peña Nieto al menos, explique ante un juez tanta corrupción y abuso de poder permitidos durante su gestión.
FB: Paco Ramirez
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