Para la reactivación económica del estado, una de las piezas importantes que les corresponde a los gobiernos es la seguridad pública.
La estrategia federal de los “abrazos y no balazos” ha demostrado el fracaso, y lo saben los delincuentes que siguen ganando terreno.
Las fuerzas del estado siguen operando con sus propios recursos. Solo en acciones específicas hay coordinación con las fuerzas federales, pero en el combate permanente se la están rifando, aunque en desventaja.
Si esta es la realidad de las fuerzas estatales, como las agencias especializadas de investigación de la Fiscalía General del Estado, las corporaciones municipales están hechas polvo. Infiltrados por la delincuencia, mal equipados, con elementos mal pagados, improvisados y sin capacitación en la prevención de delitos de alto impacto.
En general, los policías municipales son arrasados por los grupos delincuenciales en las principales cabeceras municipales y regiones del territorio poblano. Las llamadas bases de operaciones mixtas han sido un fracaso, históricamente.
Prácticamente las poblaciones están a merced de las actividades delictivas con múltiples ilícitos que van desde el homicidio, el secuestro, la extorsión y el cobro de piso hasta los asaltos carreteros y los robos a transeúntes.
Aumenta la comisión de delitos del fuero común y federal, al tiempo de que disminuye la capacidad de reacción y respuesta de las corporaciones estatales y federales.
La Guardia Nacional es un florero en medio del incendio de la pradera y no hace acto de presencia en municipios y regiones, por lo menos para disuadir a los delincuentes.
En contraste, las bandas criminales salen de día de campo o de cacería, y son cada vez más barrios, colonias ejidos y rancherías las que están bajo el dominio de grupos criminales.
Estos mismos grupos delictivos en disputa por el control del estado habían advertido que convertirían la zona metropolitana y la ciudad capital en un escenario de terror por los “ajustes de cuentas”, y todo indica que lo peor está por ocurrir.
Si las autoridades respectivas no envían señales claras de que tienen el control de la seguridad del estado, la escalada de violencia generará un daño considerable a la entidad como destino seguro para las inversiones y a los ejecutivos de empresas.
Pablo Ruiz
pablo.ruiz@milenio.com