Acusar a los “políticos” se volvió una tendencia recurrente en las redes sociales y en pláticas grupales, principalmente, entre jóvenes de los llamados Millennials, quienes se convirtieron en un motor importante de la solidaridad por la tragedia causa por los sismos del S-7 y S-19.
Hablar de los “políticos” entre este sector de la población actuante en este momento de emergencia, es sinónimo de corrupción, abusos e incompetencia gubernamental.
Son los mismos jóvenes que con el resto de la población ejercieron una presión brutal que obligó a la clase política agrupada en los partidos políticos, regresar a las arcas de la hacienda pública una proporción importante del financiamiento púbico, para ser destinado en ayuda de los afectados y la reconstrucción misma.
En la medida que pasaban las horas posteriores al sismo del 19 de septiembre, se fue incrementando la presencia de los jóvenes voluntarios en las zonas de desastre para pedir ayuda, y otros se organizaban para organizar y recibir la ayuda, en diversos centros de acopio.
Los Millennials, al tiempo que apoyaban a los afectados por el temblor, desconfiaban de los “políticos” respecto al destino y el uso “político” de la ayuda con fines partidistas.
Una y otra acusación existe contra varios presidentes municipales de la región mixteca que concentran y almacenan la ayuda, para condicionar la entrega a la población necesitada, como ocurre en la junta auxiliar de Metepec.
Los jóvenes tomaron como alternativa la entrega directa de la ayuda a la población afectada, en sus lugares de afectación.
Se trata de los mismos lugares en distintas poblaciones de pobreza en la zona mixteca hasta donde los jóvenes, principalmente universitarios, acudieron para remover escombro, rescatar los bienes de las familias afectadas e instalarlos en otros lugares seguros.
De universidades privadas y públicas, miles de jóvenes, con sus propios recursos, pasaron y ayudaron, organizados desde las propias universidades hasta en círculos vecinales, muchos de ellos de los llamados “foráneos” que estudian en las universidades poblanas.
Solo en la UAP, cerca de 11 mil 300 universitarios se inscribieron en los equipos de apoyo que coordina la máxima casa de estudios para los lugares afectados.
Si los jóvenes le ganaron al gobierno la iniciativa y capacidad de organización, con una animadversión a los “políticos”, los partidos políticos ya puede empezar haciendo cálculos sobre cómo les ira en las elecciones concurrentes -federales y locales- en 2018.