En uno de los congresos nacionales del Partido Comunista Mexicano, un grupo de delegados hizo un pronunciamiento público contra la invasión militar de la Unión Soviética a Afganistán.
Tropas de la entonces URSS emprendieron la incursión militar en abril de 1978 y el conflicto armado se prolongó por una guerra civil que concluyó en abril de 1992.
El ejército soviético combatió a los insurgentes muyahidines que se enfrentaban a las fuerzas armadas de la República Democrática de Afganistán.
La presunta “izquierda” de la 4T, los afiliados a Morena y el Partido del Trabajo, lejos de rechazar la invasión militar rusa a Ucrania, organiza en el reciento legislativo federal un evento de apoyo bajo la fachada de comisión de la amistad México-Rusia.
Alberto Anaya Gutiérrez, el líder nacional del PT, junto con militantes de Morena, prefirieron apoyar al régimen ruso dirigido por los grandes magnates y las mafias que gobiernan a esa nación.
Morena y el PT no elogiaron la amistad de México con los rusos, sino la alianza ciega de la burocracia partidista mexicana con la tiranía gobernante.
A nadie debería extrañar esta actitud de los legisladores mexicanos pro Putin; son los mismos que en esa década de los setenta le rendían culto a la burocracia del PCUS, la estalinista de las atrocidades cometidas contra su propio pueblo con el asesinato de millones de disidentes.
En pleno siglo XXI, partidos como Morena y el Partido del Trabajo viven con el mismo esquema y ven a los gobiernos de Corea del Norte, Rusia, Venezuela, Cuba y Nicaragua, como gobierno democráticos.
En sus viajes internacionales a Corea del Norte, el líder nacional del Partido del Trabajo, Alberto Anaya Gutiérrez, y hasta Gerardo Fernández Noroña, son recibidos como jefes de Estado y heroicos revolucionarios patriotas en Latinoamérica.
Mientras la cancillería mexicana condena en la ONU la invasión militar de Rusia a Ucracia, la burocracia vetusta de la “izquierda” mexicana recibe y abraza al representante de presidente de la mafia rusa que gobierna aquella nación.
La poeta Anna Ajmátova, disidente perseguida por José Stalin, describía las atrocidades de los asesinatos de la era estalinista, los mismos crímenes que se cometen en la invasión a Ucrania.
Pablo Ruiz
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