Estos señores gobernantes ya ni hacen buenos propósitos.
Aunque tampoco serviría de mucho porque seguro no los cumplirían. ¿Qué buenos propósitos puede tener un diputado? No faltar a las sesiones. No levantar nada más la mano. Trabajar. Aunque sea de vez en cuando.
¿Qué buenos propósitos tendría un alcalde?
No robar ni poquito. No asignar las obras públicas a los compadres. No aumentar el precio del transporte (ya lo hicieron). No contratar a los primos y tíos. No dar los contratos a los amigos y parientes. No crear empresas fantasmas. No meterle la mano al cajón. Hacer alguna obra barata que parezca buena para pasar a la historia.
Todos esos buenos propósitos -si es que los tuvieran-, ni siquiera son viables, porque terminarían metiéndole la mano al presupuesto y beneficiando a los cuates y socios.
Por ejemplo, qué buenos propósitos puede tener un gobernador. No robar. No comprarse un rancho como el de Javier Duarte. No construir una presa como la de Padrés. No comprarse mil trajes como Andrés Granier. No endeudar al estado como Moreira. No asignar las obras a empresas fantasmas. No cobrar el diezmo en la obra pública. Cuidar que no roben los secretarios. Controlar a los secretarios, porque a veces siquiera con eso pueden. Hacer juntas periódicas y efectivas (porque ni eso). Hacer obras de importancia para el estado. Ayudar a los pobres. Construir escuelas. Hacer centros de salud.
Pues la verdad es que no se ve que quieran hacerlo.
Los políticos son los peores. ¿Qué buenos deseos tendrá un líder del PRI o del PAN? Aplastar a los adversarios del mismo partido. Adueñarse del partido. Hacer a un lado a los que me quieren ganar la diputación. Expulsar a los incómodos. Despedir a los que no reparten las ganancias. Golpear a los otros partidos. Comprar voluntades. Conseguir un buen número de borregos que me sigan. Engañar a los pobladores para que voten por nosotros. Investigar las transas de los otros partidos. Quedarse con una parte de las prerrogativas.
¿Y qué buenos deseos puede tener un candidato? Chingar al otro. Cerrarle los espacios a quien me puede ganar. Sacar los cadáveres del closet de los competidores. Engañar al pueblo. Chamaquear a quienes van a decidir para hacerles creer que soy el bueno. Esconder todas las trampas propias. Hacerse pasar como bueno para engañar al electorado.
No la hagan.
Mejor que estos señores no hagan lista de propósitos.
pablo.carrillo@milenio.com