La muerte nos sorprende, sin dar oportunidad de despedida. Sólo nos deja una estela de recuerdos imborrables.
En el caso de Chuy, sólo gratos momentos recuerdo. Era muy delgado durante los años de facultad; rápidamente, cuando nos conocimos, hubo química; en muchos aspectos éramos antagónicos; pero en otros, coincidíamos fuertemente. El me superaba en inteligencia; un terco estudioso. Fuimos discípulos del célebre profesor Dr. Jorge Siller Vargas, en la cátedra de Anatomía; luego fue nombrado instructor; destacaba por poseer un esqueleto completo, con el cual muchas veces estudiamos juntos en su casa (acompañados de su madre y hermano). Se entusiasmaba hasta el éxtasis insertando músculos, arterias y nervios en el esqueleto sintético. Luego, por azares del destino, curiosamente yo impartí la clase de anatomía; pero cuando platicamos Chuy y yo, le reconocí sin pudor, que él me superaba con mucho en ese aspecto, y que la cátedra le correspondía a él por méritos propios.
Recuerdo su afán de simular un enfrentamiento a golpes por los pasillos y escaleras de la Facultad de Medicina; eso era algo que él anhelaba, ser un joven “rudo y de barrio”, pero por fortuna, fracasaba en su intento; lo suyo era pensar y lo académico.
Siempre fue muy competitivo y vencedor. Poseía un gran olfato clínico, cosa ya muy rara en nuestros tiempos; desarrolló a cabalidad la Gastroenterología Clínica Clásica de antaño, sin ayuda de tanta tecnología acertaba fácilmente, como un dardo, en el diagnóstico y tratamiento de una enfermedad. Fue amigo leal y solidario. Algo nos unía sin estar juntos. Como aquel día en que, sin motivo alguno, amaneció y le llamé por teléfono, apenas contestó y, con voz apagada me dijo: Oscar, acaba de fallecer ahorita mi papá! Hace apenas dos días, le envié saludos con mi esposa, y los recibió -lo tomaré como despedida anticipada-.
Chuy fue y será siempre un Gran Luchador. Los forcejeos intelectuales y físicos que mantuvimos en la Universidad, me hicieron apodarlo cariñosamente “Fabulman”, un personaje heróico de los años 80s. Hoy, querido Jesús, mi Doc! Donde quiera que te encuentres y viajes, siempre serás mi maestro, hermano y amigo un Gran Super Héroe .
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