El descubrimiento de la cafeína fue hecho en 1819 por el doctor Ferdinand Runge; y fue resultado de una reunión con uno de los más grandes escritores que ha tenido este mundo.
Runge se reunió con Johann Wolfgang von Goethe, todo un héroe intelectual y cultural de aquella época.
En aquellos años los intelectuales tenían un gusto por la multifunción y estudiaban medicina, astronomía y botánica simultáneamente. Así es que Goethe pasó de novelista y poeta a científico aficionado.
El Dr. Runge tenía 25 años y era discípulo del químico Dobereiner, quien conocía bien a Goethe; Dobereiner comentó al escritor que en su laboratorio trabajaba un médico que se divertía dilatando las pupilas de los gatos con belladona; esto llamó la atención de Goethe y pidió conocerlo.
Cuando Rungue, médico novato, supo de la entrevista, prácticamente se volvió loco; una reunión con el hombre más famoso y buscado de toda Europa no se daba todos los días.
Una audiencia con el autor de Werther y Fausto era esencial para cualquier hombre asociado con la cultura.
Runge fue camino a la oficina del poeta y en el trayecto se encontró con compañeros suyos quienes, al verlo ansioso y vestido de levita con un gato entre sus brazos, le preguntaron en tono burlón hacia donde se dirigía; él contestó, me reuniré con Goethe!; sus amigos quedaron boquiabiertos y callados.
El joven médico por fin estuvo frente al novelista y le hizo la exhibición de aplicar unas gotas de belladona en los ojos del gato, que dilató sus pupilas. Goethe quedó impresionado y, cuando Runge se dispone a retirarse, el anciano poeta le pone en el escritorio una cajita con unos raros granos de moca árabe y le pide analizar su contenido.
En unos cuantos meses Runge logró encontrar el contenido y purificar la sustancia mágica del café: La Cafeína!
Esa sustancia que desde tiempos muy remotos ha dado placer y delicia a los paladares de los individuos en soledad o en grupales encuentros; vivificando los instantes de los seres humanos.