Cuando nos referimos al clásico latino que dice “mente sana en cuerpo sano” normalmente pensamos en un deportista, en una persona con actividad física que tiene una buena calidad de vida y, por supuesto, en los Juegos Olímpicos.
¿Y la mente? ¿Y el espíritu? Lo que mucha gente ignora es que el significado original de esta frase se basaba en la necesidad de orar para disponer de un espíritu equilibrado en un cuerpo en armonía.
En otras palabras, como señalan algunos pensadores, entre ellos Deepak Chopra, los humanos somos seres espirituales en cuerpos físicos, es decir, somos consciencia antes de ser materia.
De hecho, para que los deportistas de alto rendimiento o de competencia puedan lograr sus objetivos, se requieren de mentes enfocadas y espíritus inquebrantables que les dará la fuerza necesaria cuando la energía física se haya agotado.
En el mundo se respetan las mentes concentradas y las almas de espíritu firme que son capaces de lograr sus propósitos e incluso lograr hazañas por encima de la normalidad.
Por ello reflexionaba en mi calidad de coach fitness y de bienestar integral, sobre la importancia que debemos darle al entrenamiento de la mente y a cultivar el espíritu.
De hecho, igual que los músculos se desarrollan a base de intensidad, repetición, constancia y disciplina, el cerebro es un órgano tan preparado y tan perfecto, donde se concentran las funciones del ser humano, que sería fundamental atenderlo de la mejor manera posible.
Mi maestro de neurociencias en la especialidad se refería como “neurobics” al hecho de programar los sistemas de neurotransmisores para hacerlos funcionales y sanos.
Mientras que muchos coaches y expertos en programación neurolingüística establecen que el cerebro humano es tan maravilloso que a través de entrenarlo se puede lograr casi cualquier objetivo que la persona se proponga.
Comencemos por darle a la salud mental su debido lugar, por llenar nuestra mente de pensamientos positivos y declaraciones constructivas, desechando las ideas negativas y autolimitantes, haciéndonos conscientes del poder que tiene lo qué pasa por “nuestra cabeza”. Y así, tengamos una mente sana en cuerpo sano y una vida útil y feliz.
