La migración es uno de los fenómenos más importantes de la humanidad. Solo se explica la expansión del hombre en todas las regiones del mundo por una propensión, podríamos decir intuitiva, de migrar, de conocer nuevos horizontes y vencer obstáculos. La migración también representa un drama humano cuando es producto del hambre, la guerra, las enfermedades o los desastres naturales. Se separan familias, se dividen pueblos, se transforman sociedades. En estas primeras dos décadas del siglo XXI, los fenómenos migratorios marcan las principales tensiones políticas, sociales, económicas y culturales en todas las regiones del planeta.
En México, el fenómeno migratorio ha marcado la agenda bilateral con Estados Unidos, que se ha complicado de sobremanera por el terrorismo, particularmente a partir de 2001, así como por el narcotráfico, la trata de personas y el tráfico de armas. Sin embargo, la presencia e importancia de los migrantes mexicanos en Estados Unidos es innegable. De acuerdo con datos de 2018, existían alrededor 38 y medio millones de residentes en Estados Unidos de origen mexicano. De éstos, 12 millones 300 mil nacieron en México y 26 millones 200 mil son mexicanos de segunda y tercera generación. De esta presencia habría que destacar la participación de mexicanos en varios sectores de la economía estadunidense, particularmente en los sectores de la agricultura, la construcción y los servicios.
Del lado de nuestro país, el trabajo de los migrantes se ha convertido en la principal fuente de remesas del país. Tan solo este año, en los informes preliminares de los que se dispone, se señala que las remesas alcanzarán el récord de 35 mil 460 millones de dólares, lo que significa un aumento de 5.3 por ciento respecto al año pasado. De esta manera, los migrantes no solo son los héroes anónimos, sino la fuerza productiva más importante y motor de nuestra economía. Haciendo a un lado las cifras y los datos, lo más importante es el factor humano: la fuerza social y cultural de nuestras hermanas y hermanos migrantes.
Por todo lo anterior y particularmente en esta temporada, las y los migrantes, las familias de ambos lados de la frontera merecen estar otra vez juntos. Ya sea que vengan o que vayan, las familias merecen, deben reunirse nuevamente. Si vienen, debemos garantizarles todas las condiciones para que su arribo a la Patria sea grato y seguro. Si se van, que gocen de todo el apoyo para que sus derechos humanos sean respetados.
Me queda claro que en la atención a migrantes y en cualquier rama del ejercicio público, lo más importante es la cercanía con la gente, dejar de ser burócratas y salir ahí donde están los ciudadanos o abrir las puertas a la población. El gobierno debe estar cerca de la realidad con la que convive la población. El gobierno en cualquiera de sus niveles debe garantizar los mínimos necesarios para lograr el bienestar y la felicidad de la población. México vivió décadas de crisis, inseguridad y corrupción, ese periodo llamado neoliberalismo. Hoy toca ser feliz.
@MBarbosaMX