El cambio climático está aumentado la frecuencia y la intensidad de las olas de calor en todo el mundo. Por ello es hasta cierto punto normal que se incremente el número de muertes a causa de las temperaturas extremas y la deshidratación en personas vulnerables como los adultos mayores y los niños.
En España, por ejemplo, el 2022 se registró el verano más cálido en los últimos años, y solo entre mayo y agosto perdieron la vida más de 355 personas debido a la onda calorífica. Esto representaba casi el doble del año anterior, pues el mismo periodo del 2021 hubo 189 víctimas mortales.
Por eso resulta difícil de creer que en Nuevo León, una entidad con poco más de 5.7 millones de habitantes (contra los 47 millones de españoles), la cifra de muertes por esa misma razón llegue a las 850 personas.
Y peor aún, que esta situación sea utilizada por parte de la Fiscalía General del Estado, para querer evidenciar al Gobierno estatal, quien solo reconoce 36 decesos, y no por golpe de calor, sino como consecuencia de diferentes comorbilidades.
El hecho de que el Semefo esté rebasado puede ser producto de muchas situaciones, y no necesariamente por exceso de fallecimientos como quieren hacernos creer, generando una cortina de humo.
Si bien es cierto que la capacidad de atención en el sector Salud pueda estar rebasada, tampoco implica que eso deba reflejarse en un incremento en servicios periciales, ya que la mayoría son por causas naturales.
Muchos de los pacientes que acuden al Seguro Social, o a los hospitales estatales y que llegan a fallecer, ni siquiera son enviados al Servicio Médico Forense, porque ahí mismo se dictamina la causa de la muerte.
Lo que sí es posible, es que estén aumentando los hechos violentos y los homicidios, los cuales deben ser registrados por la Fiscalía, y quieran vendernos la idea que están desbordados para distraer a la opinión pública.
No se vale que estén jugando con los ciudadanos con tal de ocultar la realidad del estado. Tampoco es correcto que usen algo tan sagrado para los mexicanos como son nuestros difuntos para vengarse políticamente.