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"La camarista"

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En su ópera prima, La camarista, la directora Lila Avilés acude a la intersección de género y clase en la que el cine mexicano lleva tiempo reflexionando con obras como Workers (2013), Hilda (2014), Roma (2018) y Las niñas bien (2019).

Tampoco es que sobren las películas que abogan por visibilizar a quienes hacen el trabajo doméstico o el trabajo físico en este país, además de denunciar las pésimas condiciones en las que lo hacen. Cada una de las cintas que menciono tiene una mirada diferente. Aporta algo a la discusión de esta problemática. Y la mirada de Lila Avilés no es la excepción.

Eve trabaja como camarista en un hotel de lujo de Ciudad de México. Cumpliendo con largas jornadas, haciendo horas extras y teniendo buena actitud aspira a un ascenso que la pondría a cargo del piso más lujoso del hotel.

La espera por esta recompensa será larga, y durante ella iremos conociendo aspectos de su vida personal, su relación con otros compañeros de trabajo y las maneras con que sobrevive psicológicamente a un empleo desgastante en el que se siente sola, incluso invisible.

Dejando que la historia se cuente bajo las reglas de la rutina y la monotonía de un ambiente laboral alienante, el guión, coescrito por Avilés y Juan Márquez, nos invita a poner atención a detalles narrativos que van dándose con una naturalidad de situaciones y diálogos en la que la directora pareciera no intervenir con intenciones dramáticas. El heroísmo social, después de todo, no ocurre en un planosecuencia en blanco y negro, sino en una atmósfera similar a la de Eve. Gabriela Cartol en el papel protagónico se llevó todos los elogios cuando la película hizo su trayecto por festivales de cine, lo cierto es que todo el reparto tiene el nivel de Cartol, al transmitirnos condiciones humanas enteras en personajes que no cuentan con escenas específicas para proyectarse, sino que apenas salen a cuadro. Destacan Teresa Sánchez como otra camarista que se hace llamar la Minitioy y Agustina Quinci como una huésped del hotel que le pide ayuda a Eve para cuidar a su bebé mientras se da un regaderazo.

La propuesta de Avilés es traicionada por su tráiler promocional, que echa por delante todos los momentos humorísticos de la trama haciéndonos creer que el tono de La camarista es el de una comedia de ambiente laboral.

Esta incongruencia entre tráiler y película aqueja a muchas producciones mexicanas que no son de género. Lejos de la etiqueta comercial que su avance promocional intenta ponerle, éste es un retrato de supervivencia femenina que dice mucho con recursos tan limitados como acertadísimos.

No necesitamos más que una llamada telefónica de lo más cotidiana, sin acentos dramáticos, en la que Eve da la espalda a la cámara para entender su condición de madre soltera de un niño pequeño al que no alcanza a ver despierto cuando llega del trabajo.

O sus distantes interacciones con un empleado de mantenimiento del hotel que se dedica a limpiar las ventanas, en las que se ejemplifica su soledad. La camarista es un sólido debut trascendido por su directora y actrices.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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