De todas las películas que agraciaron el año cinematográfico 1997, Hollywood eligió la menos memorable para reactivar. El hecho de que Hombres de Negro haya recibido dos secuelas, una en 2002 y otra en 2012, se le atribuyo más al carisma taquillero de su protagonista original, Will Smith, en aquellas épocas, que a su concepto.
La cuarta entrega de la franquicia nos presenta al servicio secreto antialienígena expandido a nivel global, en respuesta a que las amenazas del universo también se han propagado. La nueva líder de este grupo, interpretada por una Emma Thompson en un segundo aire (este año la veremos en todos lados), asigna en una misión especial al condecorado Agente H (Liam Hemsworth) y la novata M (Thesa Thompson), quien es la primera mujer que vemos portar el uniforme de traje y corbata negros. A medida que enfrentan una nueva amenaza extraterrestre que puede tomar cualquier forma, incluidos los agentes de MIB, deben unir fuerzas en una aventura de trotamundos para salvar a la agencia y, en última instancia, al mundo.
Retomando el factor del carisma, Liam Hemsworth y Tessa Thompson son, figuras innegablemente atractivas que da gusto ver en acción fuera del campo de fuerza de Marvel. Su dupla, no obstante, es insuficiente. Quedan abandonados a su suerte con una premisa impresentable, desarrollada en una trama que podemos describir como una oportunidad de una hora y cincuenta y cinco minutos para ir al baño sin perderse nada importante.
Loco fin de semana. Quienes hemos seguido la trayectoria del actor y conductor Kristoff Raczynski, atentamente o solo a través de los fragmentos que nos deja ver el zapping en la televisión, conocemos su estilo y no debería sorprendernos del humor adolescente y obsesivamente sexual de su opera prima, Loco fin de semana.
Para consolar a Fede (Christian Vázquez) en una más de sus rupturas amorosas, sus amigos Memo (Oswaldo Zárate) y Carlos (Juan Pablo Castañeda ) intentan reanimarlo planeando un fin de semana en el que conozca a más mujeres y quizá al amor de su vida. De bar en bar y de fiesta en fiesta, la recuperación sentimental se va complicando conforme este trío no puede evitar meterse en problemas directamente adquiridos por su pobre capacidad de interactuar con mujeres.
Ya habíamos visto al cine nacional abordar la premisa “chico conoce chica” desde la óptica del hombre, pero la verdadera testosterona está en Loco fin de semana. Enfocada a las dinámicas de ligue casual en la vida nocturna, descartando situaciones románticas, con más hormonas que trama, la opera prima de Kristoff sería un bienvenido contrapeso a la cursilería de las comedias románticas mexicanas si sus recursos cómicos no fueran tan repetitivos. Y aunque parece una película hecha entre amigos, hay momentos en los que el reparto delata su incomodidad, posiblemente por no compartir la edad mental del autor de sus diálogos. Otra razón por la que esto parece un proyecto amistoso es la producción mínima, las locaciones vacías que dan al resultado en pantalla un acabado de videohome. El ánimo de provocación, las opiniones sin filtro y su infinito amor por los fluidos corporales son claves del repertorio de su director desde sus inicios, por lo que no nos debería sorprender, ni podemos negar que Loco fin de semana es una extensión de su marca personal. Todo hay que decirlo: podrá no ser universalmente graciosa, pero eso no quiere decir que no tenga potencial para encontrar su público.
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