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"Hambre de poder": lección de negocios, ejercicio de cine

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  • "Hambre de poder": lección de negocios, ejercicio de cine
  • Maximiliano Torres

Hambre de poder, del veterano John Lee Hancock, se centra en un personaje que difícilmente alguien no sentirá curiosidad por ver: el hombre que convirtió a McDonald’s en el emporio billonario que es hoy. Al exaltar la mente empresarial que le presentó al mundo la comida rápida, Hancock escogió la historia más grande jamás contada del capitalismo, sin huir de la responsabilidad que conlleva filmar un tema relativo y escabroso.

En 1954, Ray Kroc (Michael Keaton) es un vendedor de puerta en puerta que ofrece máquinas para hacer malteadas. Desde el comienzo podemos inferir que esta no es su vocación, sino un empleo transitorio que sobrelleva mientras escucha discos motivacionales y llega el momento de hacer el negocio de su vida. Durante uno de sus viajes por carretera, Kroc conoce a los hermanos Maurice y Richard McDonald, dueños de una hamburguesería que no se parece en nada a los negocios de comida de la época. Asombrado por la rapidez y eficiencia del modelo de producción de los hermanos, Kroc les propone asociarse y expandir McDonald’s con franquicias, a lo que ellos se rehúsan. Después de una ardua labor de convencimiento, los McDonald aceptan a Kroc a bordo y, aunque el resto es historia, la verdadera lección de emprendimiento no radica en la idea revolucionaria de la comida rápida de Maurice y Richard, o las decisiones antiéticas de Kroc, sino en cómo ambas mentalidades influyeron en este caso de éxito.

Las ideas de Kroc eran audaces, agresivas y contradecían los principios empresariales de los McDonald. Abrir franquicias por todo Estados Unidos, tener patrocinadores que anunciaran su logo en los menús o vender malteadas hechas con polvo fueron prácticas a las que los dueños se opusieron tajantemente. Este debate entre lo ético y lo redituable, entre la creación y la explotación es la consistencia más interesante de Hambre de poder. En acaloradas discusiones, los inventores de la hamburguesa más famosa del mundo se escandalizan al pensar en traicionar a su marca al hacerla masiva. Vistas desde 2017, estas escenas tienen un efecto cómico accidental, todavía más amplificado por el hecho de que el comediante Nick Offerman interpreta al hermano McDonald que aboga por los principios de una empresa que hoy tiene sucursales hasta en el Vaticano. Pese a este sentido irónico, esta fábula sobre el robo de ideas y la persistencia mantiene su propósito y definitivamente triunfa al involucrar una marca vigente y omnipresente sin hacer un comercial de ella, ni una campaña de desprestigio.

Pudiera decirse que, en el proceder de Ray Kroc, esta cinta expone los verdaderos valores del sueño americano. Lo cierto es que muestra dos versiones del trabajo duro, iniciativa y determinación que los norteamericanos predican: la versión inocente y benévola de los hermanos McDonald y la versión inescrupulosa de Ray Kroc. Lo recomendable de esta producción es su tremenda lección de negocios. Lo ausente es su espíritu de película: dirección de actores, estilo visual, diálogos, ambientación de época, banda sonora, etcétera.

Fuera de Michael Keaton en el rol protagónico, Hambre de poder es cinematográficamente tibia y de pocos detalles. La dirección de John Lee Hancock es pasiva, discreta y aventajada por la actuación de Keaton. Es un documento audiovisual del que aprenderemos cosas interesantes, y que algunos profesores citarán en alguna clase de introducción a los negocios.

@amaxnopoder

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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