El rechazo a la Iniciativa de Reforma Eléctrica nos conduce a revisar el resultado legislativo a lo inmediato y el futuro, para contestar la pregunta de ¿quién gana y quien pierde? Lamentablemente el debate solo tuvo algunas destacadas intervenciones de uno y otro lado, porque fue enturbiado por agresiones, insultos, leperadas y carencia de argumentos que beneficiaran a la comprensión de la población, algunos nos interesaba conocer más la Iniciativa Presidencial, propuestas de acuerdo y los puntos relevantes de la controversia.
El logro principal de la oposición, al unificar su voto, es que consiguieron, por primera vez en la historia legislativa, rechazar una iniciativa presidencial. Considero que faltó tiempo de diálogo y concertación para evitarlo. Ese resultado se veía venir. Pero así es la vida parlamentaria. La oposición cumple su misión, precisamente en el equilibrio de poderes.
Aunque algunos no sepan para quien trabajan y cayeron en la trampa atractiva de la corriente en contra. Abiertamente no lo festejan los verdaderos ganadores, más allá de los partidos opositores, como son algunas de las compañías extranjeras y del país, como lo señalaba desde 1960 el Presidente Adolfo López Mateos. Mientras los consumidores, verdaderos perdedores, aún no lo perciben con claridad y por ello se aprecia un silencio de resignación, pero no para siempre. Un dato que no se difundió: la reforma incluía nuestro derecho a instalar celdas solares con apoyo de financiamiento público, la electricidad más barata.
Lo que además podría impulsar la tecnología mexicana para fabricar esas celdas solares. El contraste principal es motivado por la deficiente comunicación, como se observó con la estupenda campaña publicitaria internacional y nacional de las reformas estructurales de Peña Nieto, plasmada en el Pacto por México. Aunque en los resultados se desdibujó, porque no bajó la tarifa que pagamos por la electricidad.
Si fuera cierto el argumento de que cambiaron los tiempos de la época del discurso de la nacionalización eléctrica de López Mateos y por ello habría que promover la privatización del sector eléctrico y de otros sectores de la energía, ¿Cómo verán los detractores de las empresas públicas a la empresa mayoritariamente pública (casi 84%) “Electricité de France” (1946) primer productor de electricidad en Europa?
La eficiencia de las empresas sean públicas o privadas, no depende de la propiedad, más bien de la autonomía y regulación para funcionar, así como de las oportunas e inteligentes inversiones y de la capacitación del personal. La diferencia es ¿quién se beneficia de la rentabilidad del sector eléctrico, las empresas privadas o el pueblo? La solución ha de ser “social” y desde ahí debemos repensar las soluciones.
Mauricio Valdés