Navidad y Año Nuevo son dos épocas propicias para el dolor y la depresión. El dolor, tanto físico como emocional, es una de las experiencias más difíciles de definir y también de medir, lo que ha limitado su estudio científico.
¿Por qué medir el dolor? Por ejemplo, porque hay pacientes que no pueden indicar que lo sienten: niños demasiado pequeños, personas semi-inconscientes o con deficiencias cognitivas.
Un estudio publicado en 2013 en New England Journal of Medicine por un equipo de neurólogos encabezado por Ethan Kross, de la Universidad de Michigan, llamó la atención porque logró, mediante resonancia magnética funcional (fMRI), establecer una firma neurológica que les permitió identificar cuándo un paciente siente dolor.
Se empleó a 114 voluntarios. Primero aplicaron calor en su piel con intensidades que iban de lo inocuo a lo doloroso, mientras observaban por fMRI qué áreas cerebrales se activaban. Con base en esos datos, derivaron mediante un algoritmo de computadora inteligente (capaz de ir aprendiendo a predecir resultados), una huella digital cerebral del dolor.
A continuación, en un segundo experimento, aplicaron calor en diversas intensidades a otros pacientes distintos, y lograron predecir con 95 por ciento de éxito, solo con base en las áreas cerebrales activadas, si sentían o no dolor. Se demostró así que se puede saber, mediante este método, si un paciente siente dolor, incluso si es incapaz de expresarlo.
Luego utilizaron pacientes que habían tenido una ruptura amorosa reciente y aún dolorosa y, aparte del estímulo térmico, midieron su respuesta cerebral al dolor social mostrándoles una foto de sus ex-parejas. Detectaron que, aunque se activaban áreas cerebrales similares, el patrón de activación era distinto al del dolor físico.
Finalmente, inyectaron un analgésico a los pacientes antes de aplicar el estímulo térmico, y detectaron que, además de disminuir la sensación subjetiva de dolor, la activación de las áreas cerebrales asociadas disminuía también en 53 por ciento. De modo que el método podría también servir para saber si un tratamiento contra el dolor realmente funciona.
¡Prometedores resultados!
Le deseo que disfrute, no sufra, con el año nuevo.
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Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM