Cosas buenas y cosas malas suceden en silencio. El silencio parece ser amigo de la educación y la nobleza, quienes a decir de la tradición, resguardan la civilidad. Sin embargo, en silencio no hay comunidad sino complicidad. No hablo del silencio del espíritu, la paz; hablo aquí del silencio de la voz, en palabras escritas o pronunciadas poniendo al descubierto una reflexión interna, base de la verdadera conversación entre copartícipes de un mundo.
El silencio también parece ser amigo de la prudencia y con ella de la protección, “nadie se equivoca si no habla”, “en boca cerrada no entran moscas”; digamos en un verso o en un drama de teatro, de cine, disfrazado de Arte, lo acallado por fuerzas externas o internas. ¿Quién podría tolerar la tormentosa transparencia de la realidad manifestada en el decir? ¿Es más seguro navegar la turbia tranquilidad de un mar sin luz, de un sentir y un pensar sin voz?
El silencio es amigo de la tranquilidad aparente, no crear alarma es una buena razón para ocultar una realidad, para no pronunciar; en esas certeza construida con silencio descansa la confianza. Y, admitiendo que en la vida no hay certezas, ¿en dónde debería entonces estar puesta nuestra confianza? ¿Por qué no en el saber qué peligros, qué oportunidades, qué recursos, qué direcciones, existen en el camino compartido?
Ante el primero que no debemos rendir silencio, es ante el propio pensar y sentir. Silenciarse a uno mismo es amordazar la propia esencia. Solo digo: si los pájaros no han callado su trino ante el rugir de los motores y las luces artificiales del mundo progresista, las personas deberíamos seguir su ejemplo.
Escribo esta reflexión mientras suena a la lejanía el aullido de sirenas de patrullas y ambulancias. De lo poco que no se ha sabido cómo acallar, la alerta del peligro de un mal, y de la acción de un Bien. Celebro su mensaje de inquietud y auxilio. Alabo el alzar de las voces y los sonidos en real conversación, de uno a uno, y con los elementos del mundo.
No intento aquí ser la cosa misma, sino una de sus interpretaciones. Admito y prevengo, no hay respuestas simples a preguntas complejas.
Martha Izaguirre
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