Con El miedo del portero al penalti, la novela del escritor austríaco y premio Nobel de Literatura, Peter Handke, el autor resumía “el vértigo existencial tras la Segunda Guerra Mundial”, haciendo un símil con el enorme estrés que sufren los futbolistas en competencias de alta intensidad.
Si la preparación física es fundamental para un jugador de futbol, la preparación mental es tanto o más importante, y es que sin ésta, la ansiedad acaba por mermar notablemente su desempeño: “La ansiedad somática y cognitiva, habla de una autoevaluación negativa e inapropiada que el sujeto tiene sobre su rendimiento, y sobre las bajas expectativas de posibilidades de éxito, lo que se manifiesta a través de síntomas corporales como taquicardia, sudoración, incremento de la tasa respiratoria, de la presión sanguínea y esto lleva a que los músculos se tensen lo que traerá como consecuencia una mala ejecución, una toma de malas decisiones, e incluso una pésima percepción y memoria”.
De acuerdo al artículo El impacto de la ansiedad en deportistas profesionales, “normalmente antes de cada competición, el atleta se angustia por la prueba que realizará, es aquí cuando empieza a dudar sobre su preparación y su habilidad para realizar la prueba. Su ansiedad puede que no tenga una base real y justificada, puede que realmente esté preparado, pero a su cuerpo eso no le importa”. Y de eso sabemos bien en México, donde el factor mental siempre termina actuando en contra de la Selección Nacional.
Es por eso que desarrollar las capacidades de concentración, atención, relajación y de visualización sea tan importante y, desde luego, el yoga es una herramienta que proporciona estas cuatro habilidades. De entrada, la concentración o Dharana, una de las ocho ramas del Yoga, consiste en desvanecer la agitación mental y el cese de las fluctuaciones emocionales.
Así que posturas como Garudasana o el Águila, una posición de equilibrio que mejora la concentración y el enfoque; Virabhadrasana o el Guerrero 2, que requiere para su realización presencia, concentración y la mirada enfocada en un punto; así como Balasana, la postura del Niño, para recuperar la calma y la tranquilidad, son excelentes.
Marién Estrada@marien_caminoa7