
Desde tiempo inmemorial, a los eclipses se les han atribuido poderes maléficos sobre la humanidad, esto, por la ominosa “desaparición” del sol del firmamento que para todos los pueblos representa vida, luz, energía y calor.
Desde pensar que el sol era tragado por un dragón hasta que provocaban terremotos, guerras y causaban enfermedades y deformidades en los nonatos; lo cierto es que, aunque hoy se sabe que los eclipses directamente no generan este tipo de calamidades, la influencia del sol y de la luna sobre la tierra y sus habitantes es innegable.
La palabra eclipse proviene del griego ékleipsis, que quiere decir desaparición o abandono. Un eclipse solar se produce cuando la luna se interpone entre la tierra y el sol. Para la cultura védica, el antecedente directo del hinduismo y la tradición yóguica, los eclipses no son benéficos, ya que ocultan la luz tanto del sol como de la luna, que eran consideradas deidades poderosas y bienhechoras.
Para el budismo y la medicina tibetana, como explica el Centro Budista Otzer Ling, el microcosmos de nuestro propio organismo se ve íntimamente afectado por los movimientos del macrocosmos de los cuerpos celestes. Se cree que el sol y la luna irradian diferentes tipos de energía necesarias para sustentar la vida en la tierra:
“Cuando existe una interrupción de esas energías, por ejemplo durante un eclipse, sus efectos pueden observarse y sentirse. Es un cese o un corte de estas energías vitales. Cuando este corte se produce, crea una energía de tensión sobre el planeta y sobre todos quienes lo habitan”.
De acuerdo con la cosmología budista tántrica, las energías pérdidas durante un eclipse, no pueden ser recuperadas. Esto significa que cada vez que hay un eclipse, existe una disminución gradual de la energía en el planeta y con ello una degeneración primordial del planeta.
Por esta razón, la tradición budista enfatiza en recitar plegarias para disminuir el impacto de este decrecimiento general de la energía y retardar el proceso de degeneración, pero también en realizar disciplinas como la del Lu Jong Yoga, la práctica de los cinco elementos, que consiste en cinco movimientos que equilibran, coordinan y refuerzan las cinco energías básicas o cinco elementos en nuestro cuerpo. (Continuará…)
Marién Estrada
marien@caminoamarillo.net@marien_caminoa7