Tras la propuesta del voto nulo como forma de protesta y rechazo al control de la democracia, las candidaturas independientes parecían abrir una nueva posibilidad para presionar al sistema de partidos y reformarse. ¿Cómo fue que una buena idea terminara en una ley perversa?
Todo ello porque la alternancia establecida a partir del año 2000 pronto cayó en el desencanto ante la reedición de la exclusión ciudadana y nuevas formas de manipulación, uso indebido de prerrogativas, clientelismo y gatopardismo a nombre del centrismo, la izquierda y la derecha.
Los tres niveles de gobierno y sus partidos optaron por imitar las formas que fueron cuestionadas en el viejo régimen, y tras su incapacidad para ver a lo lejos y construir un sistema democrático, abrieron la puerta a la restauración del PRI en 2012, con las consecuencias que eso ha tenido para la marcha del país.
2018 es trascendente porque la institución presidencial es anacrónica y el sistema político, tal cual, está agotado. El divorcio entre gobiernos y sociedad se ha profundizado y los sismos de septiembre lo han hecho evidente, aunque no es aún determinante ni predecible su comportamiento el año venidero.
Las rupturas al interior de los partidos son muestras claras de la descomposición del sistema de partidos, tengan la edad que tengan. Los partidos guardan viejas herramientas frente a una nueva realidad nacional y, como consecuencia, invadieron la vía independiente convirtiéndola en una extensión del deterioro partidario.
Por el número de candidatos independientes inscritos para la Presidencia, la Jefatura de Gobierno de CdMx y los cargos que estarán en juego para 2018, se apunta al cuestionamiento de un sistema político electoralmente fallido.
No hay que ver la vía independiente de manera aislada, sino como parte de un deterioro general de las formas de hacer política, de la cultura para llegar y ser gobierno contaminando, insultando, dividiendo, depredando, manipulando necesidades básicas.
El cambio, sin embargo, no vendrá del cielo, sino de las mismas contradicciones del actual sistema. De las cenizas de la credibilidad y los esfuerzos para ver más allá de intereses sectarios surgirán las condiciones para cambiarlo todo.
Hoy, cuando las listas de independientes buscan ganar un lugar en la boleta electoral. Al avanzar unos a otros se anulan y terminan compitiendo independientes contra independientes, frente al regocijo de los autoritarios y los que consideran que la política es de su propiedad.
Paradójicamente, por “entropía”, el cambio no vendrá de los independientes anulados, sino desde el mismo sistema de partidos cuestionado.
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