Como diría el dictador Francisco Franco: “Hace un año estábamos al borde del precipicio: hoy hemos dado un paso hacia delante”.
México aún no logra ver una luz que indique el final del túnel en el que nos encontramos.
Ciegos como topos, hemos escarbado en todos sentidos en busca del país que recordamos, pero que ya no somos.
La salida autoritaria del túnel se ha hecho ridícula, y tanto túnel se nos hizo laberinto.
Este es el país de los túneles: cada mexicano escarba su propio túnel con la esperanza de salir. El Chapo escapó, el país sigue en él.
Somos la obra de nuestras derrotas y debilidades; apresados en el penal de máxima seguridad de nuestras torpezas.
Mientras el reo recobró su libertad por el túnel, el país entero entró al pasillo 2 celda 20 del país sin destino.
Viendo las imágenes repetidas de un túnel que se mete como aguja entre las escenas de las policías burladas, de los funcionarios diciendo institucionalidades, se ven más tristes que Cortés aquella noche en que huyera no por un túnel, sino por un puente. Hoy el túnel se conecta a París hasta el lugar de las fiestas tristes, donde hasta la cortesía abofetea, cuando el país se desacredita. Esta historia del pasado reciente colombiano ¿quién lo está dictando? ¿Qué túnel conecta el Plan Colombia con el Plan Mérida?
En otras partes, fuera de los palacios y los cuarteles, los campesinos mariguaneros lanzan cuetes: se sembrarán muchos túneles y se construirá un país subterráneo, lleno de avenidas y en lugar de árboles habrá raíces, cegueras y lombrices, pues ya estamos acostumbrados a vivir en la obscuridad, y porque la salida no existe, en este lugar donde la ilegalidad es rentable.
No hacen falta explicaciones: todo lo que se diga y justifique, es imperdonable. Pero así vivimos, sin memoria y sin perdones, ¡qué más da!
Siendo el gran país del sol, de la historia, de las culturas centenarias, ahora todos estamos metidos en un túnel, sin tener una casita aislada en Las Juanitas por donde salir.
¿Cuándo podremos tener de nuevo lo que éramos? Un nuevo túnel de violencia renace, mezclado al país inexplicable, ridículo y cursi.
Hemos pasado del cielo a la tierra: del Señor de los Cielos, al Señor de los Túneles… y él lleva la agenda.
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