En estas semanas turbulentas de abril, estamos viviendo una guerra desmedida de aranceles, observando efectos sobre las expectativas empresariales como encarecimiento de las cadenas productivas, menor competitividad, menor flujo de comercio y el precio de las acciones a la baja.
Estamos espectando a un árbol con manzanas que comienzan, de repente, a secarse. Para ir hacia las raíces del problema, debemos comprender los objetivos de la política económica de los Estados Unidos donde destaca Stephen Miran, economista y principal asesor en estos temas cuyo fundamento es el trabajo de su autoría “A ser’s Guide to Restructuring the Global Trading System”, publicado en noviembre 2024 .
Es importante recordar que el tipo de cambio es el precio de una moneda con respecto a otra, si se aprecia necesitaremos menos moneda local para comprar una divisa y si se deprecia necesitaremos más moneda local para comprar la misma divisa. En el comercio internacional esto es muy básico, porque permite identificar que los exportadores se benefician con un tipo de cambio depreciado ya que recibirán más por sus ventas, mientras que los importadores pagarán menos por sus compras con un tipo de cambio apreciado. En ambos casos, se obtendrán resultados opuestos en las exportaciones netas. Retornando, lo que busca esta “doctrina” es un dólar depreciado para mejorar las exportaciones netas e impulsar el sector industrial de Estados Unidos.
Además, en la situación actual, un dólar apreciado como el actual impulsa la capacidad de consumo de sus ciudadanos en productos importados, normalizando una situación de déficit comercial que en 2004 se situó en los 352 billones de dólares. En segundo lugar, se busca que el dólar se mantenga como moneda líder de reserva, pero esto solo incrementa su demanda presionando naturalmente hacia la apreciación del dólar. Esto se explica porque la mayoría de países ha elegido realizar sus operaciones de comercio en dólares, por ello, sus bancos centrales deben de tener las reservas necesarias para poder respaldar estas operaciones en sus países, ya sea en efectivo o en algún equivalente como las Letras del Tesoro a corto y mediano plazo, es decir, el dólar financia las exportaciones del mundo hacia Estados Unidos. Por ello, se complica entender cómo pueden conciliar estas dos posturas.
Si a lo anterior se agregan Bonos del Tesoro cuyo vencimiento es a mayor plazo, incrementará la presión hacia la apreciación de dicha moneda. La propuesta de Miran, también conocida como “Mar-a-Lago Accord”, tiene como principal herramienta a los aranceles, mecanismo de negociación para depreciar el dólar frente a otras monedas. Esto no es nuevo, a mediados de los ochenta el dólar se había apreciado más de 40% desde el inicio de esa década, apoyado por tasas históricamente altas de 11.8% para bonos federales a 10 años como medida antiinflacionaria (por encima del 13%), esto generó problemas en las exportaciones netas.
Como solución se propuso un acuerdo entre los representantes de los 5 países más importantes del mundo, para plantear una apreciación de sus monedas de aproximadamente 10% frente al dólar, este acuerdo se conoce como “The Plaza Accord”, consiguiendo una devaluación del dólar de 40% y una mejora consistente en sus exportaciones netas durante los siguientes 2 años del acuerdo. Japón, que tenía la mayor cantidad de deuda de Estados Unidos en títulos financieros invirtió su posición cambiaria trasladándose a una situación de apreciación del Yen/Dólar, exportaciones netas deficitarias y contracción de su sector industrial.
En el intento por devaluar el dólar se está incurriendo en una guerra comercial, sin embargo, no se comparan las condiciones de negociación actuales con las de 1985, debido a que China es el segundo tenedor de la deuda de Estados Unidos con 12% de esta, de acuerdo con la FED, país que ha ido reduciendo gradualmente su participación. Al parecer, China y Europa no está dispuestos en apreciar su moneda frente al dólar y por ello las sanciones arancelarias están siendo extremadamente altas. Lo que sucederá más adelante es imposible de predecir, solo esperemos que los niveles de presión se reduzcan un poco, que aparezca una luz de esperanza entre tanta guerra que nos ha tocado vivir en estos tiempos.
“La guerra es siempre una derrota de la humanidad.” (Juan Pablo II)
