Tome usted un mapa de México e identifique tres ciudades: Chihuahua Capital, Culiacán de Rosales, y Durango Capital. Ahora, con un lápiz, trace tres líneas. La primera debe unir a Chihuahua Capital con Culiacán. Otra a Culiacán con Durango Capital; y una más de Durango Capital, a Chihuahua Capital. ¿Listo? Ya tiene usted delimitado el tan mentando recientemente Triángulo Dorado, un territorio real pero cuyas fronteras son artificiales, y sirven para denominar una zona dedicada al cultivo de plantas para producir droga.
La zona es muy extensa, y no es la única que recibe ese nombre. Ya existe desde hace décadas un Triángulo dorado entre los países asiáticos Birmania, Laos y Tailanda donde, por supuesto, se cultivan plantas para producir droga.
Que el territorio mexicano en cuestión tenga el nombre de Triángulo Dorado es producto de un mote impuesto por Estados Unidos, y adoptado como tal por todos. ¿Es exactamente la zona de producción un triángulo como tal? Seguramente no. Me inclino a pensar que es una mancha enorme que incluye poblaciones como Guanaceví (de donde venían Martín y José, según narran los Cadetes de Linares); Hidalgo del Parral y Tamazula de Victoria.
¿A qué viene toda esta explicación? A que hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró en Chihuahua que había que cambiar el nombre del Triángulo Dorado, al de Triángulo de la Gente Buena y Trabajadora.
Más allá de la interpretación de muchos, quienes ven en las palabras de AMLO una defensa de grupos del crimen organizado, yo digo que en realidad el nombre no es importante. Entiendo que el presidente busca quitar estigmas a ciertas poblaciones, pero apuesto a que el tema es en cierta manera intrascendente. Cambiar el nombre a la zona no cambiará lo que hasta el momento es una vocación arraigada por décadas: sembrar estupefacientes. Y si la zona genera esos productos “agrícolas” es porque son lugar apartados de las grandes ciudad, sin mucha infraestructura de comunicación, y sin vigilancia suficiente por lo extenso y agreste del territorio.
A la zona podemos ponerle el nombre que queramos. O simplemente no usar ninguno. Lo importante no es el mote, sino lo que se vive allí dentro.
Twitter: @baezamanuel