Ayudar al Presidente implica no abrirle frentes de descalificación a su gobierno, sobre todo en temas de corrupción e inequidad, ya que son el objetivo de identidad de la cuarta transformación. Con las guardadas proporciones de sus faltas, dos de sus colaboradores no han sido lo suficientemente responsables para evitarle al señor Presidente el mal rato de defenderlos en público, pero sobre todo lo comprometedor que resultará para su administración esa defensa en el mediano y largo plazo.
Atendamos primero el tema de Manuel Bartlett, quien después de colaborar años en gobiernos priistas ahora que forma parte de las filas de Morena parece haber transitado repentinamente de la clasificación de colaboradores neoliberales y saqueadores, a la clasificación de funcionarios honestos y comprometidos. Tras la publicación de un reportaje de W Radio en el programa de Carlos Loret cuya investigadora, Arelí Quintero, documentó a fondo la adquisición de 25 inmuebles por un valor aproximado a 800 millones de pesos, mientras había declarado solo bienes por un monto que apenas rebasaba los 50 millones de pesos. Bartlett, director de la Comisión Federal de Electricidad, se remitió a negarlo sin pruebas con un tuit. Su aparición en público tras el escándalo la hace al lado de AMLO sin calcular las implicaciones que tendrá para la investidura presidencial este acto.
¿Se detuvo Bartlett a pensar siquiera en el costo que implicará en el mediano y largo plazo para el Presidente el que se exponga a darle un espaldarazo de confianza con una exoneración anticipada, frente a las acusaciones de corrupción documentadas con expedientes, fotografías y videos? Lo dudo. Seguramente apuesta a que depositada la investigación en la señora Irma Eréndira Sandoval, la secretaria de la Función Pública, quien salió en defensa de Bartlett sin que medie siquiera una investigación, la cosa se desvanezca entre las coyunturas y la buena voluntad de sus colegas.
Por otro lado, José Manuel Mireles, que ha demostrado colocar su hombría en la descalificación prosaica de mujeres, no tuvo el valor de ofrecer su renuncia para evitar que López Obrador tuviera que dar la cara por su irreverencia. Después de insultar a derechohabientes en su calidad de funcionario y dar un indigno ejemplo de machismo perverso y rampante, ofrece una disculpa sugerida por el propio Presidente. Saben que tiene bonos amplios en la percepción ciudadana, pero abusan de ello.
Estas facturas no se pagan de inmediato, por el contrario, son facturas con sello electoral y llevan intereses altos. Hoy puede parecer que responsabilizar a quienes hacen pública la corrupción o la insensatez, resuelve y neutraliza, pero con ello no se borran ni las faltas de los funcionarios ni la evidencia documentada que demuestran sus fechorías. Ellos que “ayudan” Presidente, en realidad están construyendo los referentes con los que en su momento los opositores darán la batalla. Por lo visto para ellos ayudar al Presidente es aventarlo al ruedo. Si fueran responsables deberían renunciar en tanto son investigados y no colocar más al Presidente en el peligroso papel del defensor de lo indefendible.
@maiteazuela