Siempre es bienvenido cuando gana el que se lo merece. León hizo un torneo fantástico al cual difícilmente le encontraríamos fisuras; su paso por las diferentes jornadas, salvo algún ligero traspié, fue arrasador.
Pocos salieron vivos tras haberse enfrentado al equipo de Ambriz.
Un conjunto que asimiló perfectamente lo que su entrenador quería, digamos que nunca hubo algún corto circuito entre el cuerpo técnico y sus dirigidos.
Es importante resaltar que, a parte de todo, León tiene un gran plantel donde cada pieza despliega un funcionamiento que armoniza con las demás: parecen un reloj que siempre da la hora justa.
Su campeonato es más que merecido, porque ganó el que siempre homenajeó al futbol en casi todas las canchas donde se presentó.
Y Pumas… y Pumas. Aplausos también para el equipo que, sin ser ostentoso en ningún sentido de la palabra, logró una proeza de esas que casi nunca pasan y que casi nadie se espera o imagina: igualar un 4 a 0 en contra para después meterse a la final.
Para muchos eso ya valía casi como un campeonato; creo que nadie de Pumas debe sentirse triste por su suerte en la final.
De ninguna manera porque fueron una escuadra que, a pesar de haber entrando en un lapso de trance durante el torneo, supieron regenerarse al final del torneo para encarar un liguilla de manera destacada.
Lillini salió de quién sabe dónde y nos demostró a todos que no hace falta tener a sus espaldas títulos rimbombantes ni apodos ridículos para sacar lo mejor de un grupo de futbolistas que bien merecido tuvieron llegar hasta la final.
Cosa a parte es Cruz Azul, el ridículo eterno de cada liguilla desde aquel lejano 1997.
No queda mucho qué decir, pero cuesta trabajo creer la indignación que siente todo su entorno cuando se está hablando de “equipo vendido”... es que ya son tantas que uno ya se puede imaginar cualquier cosa.
Me apena por Siboldi, campeón brillante con Santos, pero que desgraciadamente cayó en la madriguera de todas las desgracias.
Contra eso, creo, ni Alex Ferguson habría podido. Ya es grave la cosa.
No menos desgraciados fueron los equipos de Monterrey; vergüenzas andantes porque son los más pudientes, los de mejores planteles, los más alabados por su prensa local y los que, para todo el aparato que manejan a su alrededor, juegan a un mínimo de lo que deberían jugar.
Bien por las Chivas de un Vucetich que se ganó su continuidad: parece que hay chivas para más en el torneo que se avecina.