Un encuentro con la muerte.
Esta semana tuve un conflicto entre la vida y la muerte. Por supuesto que existencialmente eso lleva al conocimiento y a la confrontación con algo, y en este caso la tuve con la visita que me hizo un amigo entrañable que ha tenido grandes triunfos profesionales y es un hombre importantísimo con una gran visión humana.
Nos confrontamos porque él desde hace varios años tiene problemas de salud y se ha sometido a varios tratamientos médicos. Y al igual que él, yo también quiero seguir viviendo y vibrando a través no solo de la oscuridad que da el funesto concepto del término, sino también de la alegría que puede ser producto de la reflexión y del pensamiento sobre la edad, las enfermedades y los sentimientos.
Yo, casi con 88 años, por supuesto que le tengo a la muerte un miedo especial, que viene con la edad y cuya antesala son las enfermedades previas, algunos malos hábitos y toda la historia inmortal que no se puede borrar del pasado y que quizá, en mis sueños, ha sido mi mejor postor en la apuesta entre vivir y morir.
La presencia de mi amigo ha sido un lujo que, para los parabienes tradicionales, representa a un ser humano normal, pero que para mí es excepcional porque, a pesar del tiempo que tiene sometiéndose a varios tratamientos, él sigue igual: adorando su propia vida y pensando en su familia y en todas las oportunidades que tiene para seguir vivo en este etéreo existir, en donde no sabemos el futuro del mismo.
Mi amigo, que lo conocí en el mundo deportivo, es un ejemplo por su entereza, fortaleza y lujo del futuro, así como por estar pendiente manteniendo la esperanza de existir para sobrevivir y disfrutar a su familia. Y al igual que él, a mis 88 años ya casi cumplidos, yo también me pregunto: ¿para qué estoy?, y me contesto que debo estar para algo, porque Dios no se equivoca. Él siempre nos da una tarea que hay que cumplir y una generosidad que hay que dispersar para beneficio de nuestras familias y de todos aquellos que nos rodean.
Descartes: Pienso, luego existo… La visita de mi amigo me hizo darme cuenta de que me identifico mucho con él porque compartimos las ganas de vivir para seguir disfrutando todas las estrellas que hay en el firmamento de la vida.
