Me refiero al plan de apoyo a Centroamérica.
Nadie que tenga un mínimo de sensibilidad puede estar en desacuerdo con tratar a los migrantes de Centroamérica con humanismo y comprensión, y en apoyar a estas personas en su desarrollo individual productivo y en síntesis, de vida.
Por esas razones y como México es famoso por dar asilo, el plan de AMLO de fortalecer la economía de Centroamérica es excelente porque permite, al haber desarrollo económico y trabajo en los lugares de origen, que no exista migración a nuestra país y se eviten los conflictos que actualmente estamos viviendo, pues México tiene sus propios problemas de pobreza y también de migración del campo a las ciudades, con el complejo proceso del urbanismo acelerado.
Sin embargo, las buenas intenciones chocan con la realidad, porque si bien México ofreció 30 millones de dólares a El Salvador, se olvidó de Guatemala, que es el más cercano, y por eso el presidente de ese país protestó. También es una falacia decir que los países europeos apoyarían su idea, porque bastantes problemas tienen Alemania, Francia e Italia, con los migrantes de los países árabes, producto de la violencia, inseguridad y de las guerras ahí existentes.
Entonces nos queda la gran duda: ¿habrá recursos suficientes para ese desarrollo y podrán integrarse Guatemala, Honduras y Nicaragua al proceso? Es decir, ¿México podrá ser tan magnánimo como se presume, o con esos recursos se acelerarán más en nuestro país la exclusión social, la ignorancia y la pobreza en que están sumidos más de 25 millones de mexicanos, según el Inegi?
Mucha gente ha calificado esto como candil de la calle y oscuridad de la casa, pero yo no seré tan cruel y solo enunciaré que esto es una fantasía que será imposible cumplir, si no existe el apoyo real de países como Estados Unidos, a quien le estamos resolviendo un problema, y de otros que tienen recursos. Mientras eso sucede, volvemos a tener en el verbo político la magia que seduce a los mexicanos, pero que al final todo será una gran decepción. Sin embargo, espero equivocarme.
Descartes: Pienso, luego existo… En la política, igual que en otras acciones, lo que importa no es la teoría, sino los resultados. Esperemos con ilusión y realismo. Esta última palabra parece que no existe en el régimen actual.
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