La labor de los arquitectos y urbanistas sin duda se relaciona con la producción de espacios sociales. Tanto las construcciones privadas como las públicas traducen las necesidades y dinámicas sociales a espacios ya sean abiertos o cubiertos. También la cuestión de la escala va relacionada con el modo en que cada sociedad interpreta la importancia de sus espacios: mientras mayor interés tengan para las clases dominantes, mayor será su tamaño. Todo ello se puede traducir en las relaciones entre espacio, sociedad y cultura.
Pero cada cultura, cada época, cada lugar tiene una espacialidad propia. Si no fuera así, las soluciones serían siempre iguales en sitios geográficos que tuvieran características climáticas y topográficas similares. Sin embargo, dos sociedades de la misma época con condiciones socioeconómicas parecidas pueden expresar sus valores mediante diseños radicalmente diferentes.
Quizá en parte por estos motivos es tan interesante viajar, incluso dentro del territorio nacional. En los viajes encontraremos las distintas maneras en que las construcciones se adaptan a las condiciones físicas y sociales de los distintos sitios y además provocarán en nosotros reacciones distintas, estableciendo nuestras preferencias dentro de lo que hemos conocido.
Un ejemplo interesante son las costas, por ejemplo las que se encuentran frente al Océano Pacífico. En México las costas están poco urbanizadas en el sur, se han poblado principalmente debido al turismo y a medida que viajamos hacia el norte percibimos mayor desarrollo portuario e industrial además de la infraestructura turística. El clima de las costas es en general cálido y la topografía es accidentada, pero la sensación espacial de una costa en Oaxaca será muy distinta a una en Jalisco o en Sinaloa y habrá personas que prefieran unas sobre las otras.
TANGENTEEl concepto según Massey
Siempre es útil recordar lo que afirma Doreen Massey en su texto Un sentido global de lugar: “La espacialidad se construye socialmente y la socialidad se construye espacialmente”.