Siempre elegante y fina, delicadita como una orquídea…menudita y pequeña como un canario, te fuiste pronto…mucho antes de lo esperado.Sensible muy sensible tal vez demasiado, albergaste en tu alma un sin fin de experiencias.Viviste la orfandad a una edad muy temprana--la ausencia de tu madre, dejó una huella indeleble en tu vida esa falta te marcó para siempre.Creciste protegida por tu padre a quien amaste e idealizaste. Te entregaste sin medida y sin tasa a todo el mundo y rara vez recibiste lo que diste.
Por azares del destino, jugaste el rol de madre sustituta de tus hermanos. Tu hermana y tú, eran como una sola. Siempre juntas sortearon los vaivenes de la vida, fueron aliadas en todas las batallas.
Tu vida fue difícil y tal vez, por esa sensibilidad extrema cada evento ya fuera dulce, amargo o desabrido, hacía que tú agigantaras el tamaño de las cosas, como quien ve la realidad, a través de la lente de una lupa. Así, aquel pequeño gozo se convertía era motivo de celebración y en fiesta.Lo mismo te ocurría cuando las cosas no marchaban bien.
Entonces parecía que te envolvía un halo de oscuridad…niebla que te impedía ver otra cosa que la calamidad.Empero, siempre fuiste reina…ahora del carnaval, ahora de los toros, reina de tu club de costura. “El club de las flores laguneras”.A donde fuiste hiciste amigas de inmediato, tu gran capacidad de socialización te llevó a cosechar amor en abundancia.
Tuviste grandes dotes artísticas y te gustaban los números. De todo llevabas cuenta y administrabas la abundancia igual que la escases.Leías mucho y te sabías de memoria todas las melodías, tocabas la guitarra y hacías una excelente segunda.Tu voz se fue apagando al tiempo que tu vida, el cigarrillo te cobró la factura a precio magno.Ello amén de algunas otras cosas, de las que sólo tú y yo ya bien sabemos. Martha primera, reina del carnaval y de los toros, reina del club de costura de “las flores laguneras”. Reina…siempre reina.
No hubo alguna cosa que no hubieras podido vencer y a unos días de tu muerte me dijiste… ¡Pude! ¡Pude!.Martha…Marthita como te llamaban todos, yo tampoco soy tú y mi vida y mi historia no han sido la tuya.
Te me parezco en poco y con el paso de los años, he aprendido a tomar de ti solamente aquello que me es edificante y enriquecedor. He renunciado al peso de la herencia ya sea biológica o socio-cultural.
He optado por deshojar y quemar el árbol genealógico, por volver a empezar mi historia sobre una tabla rasa.Yo no nací para reina, soy todo lo contrario…montañera infatigable y leona esteparia, escritora y sí cantora.Mi voz no se ha ido apagando como si apagara cigarrillos, mi voz se ha ido apagando con el polvo y el polen del amanecer en primavera y con la tierrita que cae cada otoño cuando se llega el momento de cosechar la nuez.Te amé hasta sentir que al haber muerto tú yo moría un poco…y de manera lenta, muy lenta te he dejado descansar y estar en paz.
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