Les escribo esta carta a mis amigos, a los que ahora están conmigo y a los que se han ido.
Nada en la vida es permanente, todo pasa y todo cambia, cambian los amigos, cambian los jefes, cambian las estructuras de trabajo y cambia la vida.
Nada es para siempre y nada permanece hasta la eternidad, la vida es una aventura y es un movimiento constante.
Y una tiene que adaptarse a sus circunstancias y a sus nuevas condiciones de vida y de pronto la historia nos sorprende con una que otra sorpresa.
Un amigo que muere, un amigo que se marcha de la ciudad, un robo un asalto a mano armada, un vecino muy querido que se muda y así es como transcurre nuestra historia.
Y todo es un continuo vaivén. No hay algo en el mundo que permanezca fijo…nada, absolutamente nada es eterno.
Lo importante en la vida radica en saber vivir y disfrutar de lo que somos y de lo que tenemos en ese momento.
Y así, saber aprender a soltar a dejar pasar y a no buscar aferrarnos a algo. La vida es un constante vaivén y un constante bregar por la existencia.
Bajar la intensidad y no temer, no permitir que el miedo nos paralice y nos detenga, luchar en contra de todo pensamiento parásito y de toda condición de posibilidad de retener aquello que de una u otra forma habrá de irse.
Todo es cuestión de respetar los espacios y los tiempos que nos va marcando la vida y encontrar el sentido de la misma.
Generalmente las personas creen que toda forma de realización en la vida es el matrimonio. Pero existen otras formas de realización y una de ellas es a través de la realización profesional.
Y entonces lo que nos resta es recurrir a los valores de actitud.
Lo único que sabemos, es que nada en la vida es para siempre.
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