Cultura

Cobrar por trabajar

  • Malos modos
  • Cobrar por trabajar
  • Julio Patán

A Eugenio Derbez le llovió la semana pasada. Tras una entrevista con Adela Micha, empezó a correr la especie de que piensa que la gente que aspire a trabajar con él no tiene por qué aspirar a un pago. En realidad —vean el video completo, en vez de la versión editada que corre en Twitter— no es eso lo que quiso decir. Lo mismo da: le siguen cayendo truenos, en gran medida porque días antes criticó a AMLO y le andan cobrando la factura. Pocos reconocieron su error, y no tengo evidencia de alguno que saliera al paso del meme en el que se contrasta a los supuestos votantes de Morena, representados por el astronauta Neri Vela, contra los supuestos detractores de ese movimiento, representados por Eugenio, una imbecilidad que el propio astronauta retuiteó, con una falta de categoría sideral.

Con todo, el episodio sacó a escena un problema muy arraigado en los sectores culturales, que es la extendida certeza de que no se debe cobrar por el trabajo. Lo habrán comprobado, como lo han hecho abundantes colegas. Hablo, sí, de aquella deuda de meses y meses del INBA con montones de trabajadores culturales. O de la oficina de la Suprema Corte, nada menos, ofreciéndole como pago por una conferencia a un amigo historiador “un diploma con valor curricular”, porque “no tenemos presupuesto”, como si no cobraran por ahí una quincenita. O de la radio del Estado ofreciéndote un programa semanal sin pagarte un clavo, porque no hay lana —aunque quien te lo ofrece, sorpresa, también cobra una quincenita—, pero “mira, te ayuda a promoverte”. ¿Problema del sector público? Sí. Y del privado. Colaboro en dos empresas decentes que dicen no al trabajo a lo tienda de raya, Televisa y MILENIO, pero alguna vez pasé un año entero colaborando en una estación de radio rigurosamente capitalista que acabó por decirme que, la neta, no tienen la “política” de pagar por las colaboraciones. Publico en un grupo editorial, Planeta, que también paga siempre por la chamba, pero me han hecho ofertas de otros grupos para, por ejemplo, escribir un prólogo a cambio de “10 ejemplares”.

Ojalá que no dejemos de protestar, todos, contra esta práctica. Porque, en efecto, el carnicero sí cobra el kilo de moronga y la escuela las colegiaturas y la farmacia las medicinas. Más: porque es lo decente; lo ético. Y también, porque el trabajo no remunerado suele terminar en trabajo mal hecho. Trabajo con lógica soviética, de medalla al mérito. De cuando la gente decía: “Ellos hacen como que nos pagan y nosotros hacemos como que trabajamos”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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