Política

Sicilia, AMLO y el ‘show’ del beso…

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  • Juan Pablo Becerra-Acosta

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Qué triste que la violencia en nuestro país esté peor que hace nueve años; que hace un sexenio y medio. Qué pena que, otra vez, haya tenido que surgir una pequeña caravana de víctimas de la inseguridad para recordarnos que hay muchas zonas de México que no pueden controlar la hemorragia de violencia que padecen, y que siguen desangrándose igual o peor que en tiempos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Fue una caravana que buscó sensibilizarnos (una vez más) sobre el dolor que se esparce sin cesar en buena parte de la nación, ante la indiferencia de la mayoría de los gobernadores y alcaldes.

No, la caravana que concluyó ayer en Palacio Nacional no fue un show. Qué desafortunada frase de Andrés Manuel López Obrador (¿quién lo aconsejó, o él mismo concibió el desatino?): me recordó tanto la insensibilidad de Calderón y la falta de empatía de Peña Nieto, que sigo estupefacto por su súbita falta de conmiseración. Jamás creí que él, como Presidente, pudiera tener un desdén así hacia víctimas de la violencia.

La caravana, encabezada por Javier Sicilia y los LeBarón, fue una renovada súplica y una nueva exigencia para que los ciudadanos sean protegidos por el Estado (por los tres órdenes de gobierno) y puedan vivir en paz, libres de asesinatos, feminicidios, desapariciones y fosas clandestinas; libres de trata, secuestros, extorsiones y robos.

La caravana fue un modesto reclamo de justicia ante tanta impunidad, complicidad y corrupción de criminales, policías y jueces, esa tríada que desde hace décadas ha asolado nuestro patria.

La caravana fue un nuevo sacudimiento hacia los ciudadanos, para evitar que nos volvamos insensibles y nos habituemos más de lo que ya estamos acostumbrados al horror cotidiano. Fue un renovado grito de alerta, para que no yazcamos indiferentes ante las barbaridades que acontecen cada día en muchas zonas del país, perpetradas por monstruos despiadados.

La caravana fue un shot de valentía para que denunciemos y aislemos a los criminales, porque en los barrios y colonias sí se sabe quiénes son ellos. También fue un reclamo a tantas madres y familiares que saben que sus hijos y parientes delinquen, y no solo los encubren, sino que los justifican y usufructúan su dinero ensangrentado.

Hace casi nueve años, junto a mi colega fotoperiodista Mónica González, cubrí para MILENIO las caravanas encabezadas por Javier Sicilia y Julián LeBarón, que tuvieron el gran mérito de visibilizar el dolor que corroía tantas partes de México. Fue un esfuerzo para vencer el miedo y retratar la geografía del dolor (así tituló Mónica su trabajo fotográfico, el cual mereció el Premio Nacional de Periodismo: http://www.geografiadeldolor.com). Fue una gran catarsis colectiva que nos hizo abrazarnos, enjugar lágrimas y besarnos todos, víctimas y periodistas, a la búsqueda de menguar tanta desolación e impotencia.

Esta vez no cubrí la caravana, el jueves solo fui unos minutos a la carretera, para darle la mano a Julián y abrazar y besar a Javier. Qué pena que el Presidente no haya entendido que dos hombres sí pueden besarse en las mejillas sin poner en entredicho su hombría, y sin afectar la investidura presidencial: hubiera sido un acto político de empatía, fraternidad y consuelo, no un show. Lástima…

jp.becerra.acosta.m@gmail.com
@jpbecerraacosta

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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