El ritmo y las cifras de la economía estadunidense son impresionantes, prácticamente todos los indicadores están en niveles de máximos históricos; la creación de empleo, la tasa de desempleo (ésta se encuentra en mínimos históricos), el desarrollo de vivienda nueva, los precios de los bienes raíces, las cifras de consumo y el producto interno bruto —por destacar algunos— han dejado constancia de que las cosas están bien.
En todo lo anterior, y lo he comentado en varias ocasiones, no le concedo mérito alguno al presidente Trump ni al ex presidente Obama. Creo que la Fed ha sido el arquitecto de este destino después de sus programas de expansión monetaria y de mantener las tasas de interés por un periodo muy prolongado (10 años) bajas.
Sin embargo, no todo es color de rosa; este entorno tan favorable se puede descomponer porque creo que están llevando un juego muy peligroso en EU; por un lado, con la guerra comercial, la globalización, la competitividad, ir en contra no tiene sentido. Encuentro únicamente argumentos populistas con fines políticos, de cara a una elección intermedia el próximo noviembre; en pocas palabras, el presidente está diciéndole a su base de votantes exactamente lo que ésta quiere oír.
Por otro lado, el altísimo nivel de endeudamiento, aunado a una reciente reforma fiscal que ha bajado la recaudación, pudiera comprometer las finanzas públicas de la economía número uno del mundo. Las tasas de interés seguirán subiendo y esto podría complicar el pago de la deuda corporativa y gubernamental; en pocas palabras, creo que este es un juego muy delicado en el, que con estas medidas proteccionistas, se puede deteriorar la economía, y si a esto le agregamos que las tasas se van a incrementar, la economía se puede dar la vuelta o deterior rápidamente.
Hago votos porque nuestro presidente electo no actúe como su homólogo estadunidense, donde los fines políticos y de campaña muchas veces están contra el bienestar de la economía y del pueblo.
Desafortunadamente, en la democracia en la que vivimos, no todos pueden identificar los riesgos del proteccionismo y el populismo; de hecho, las finanzas públicas responsables y sanas suelen dolernos más porque el gasto se ejerce responsable y acotadamente, y no se convierte en una política social.
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