En un país donde el comercio exterior representa más del 70% del PIB, las aduanas deberían ser una institución estratégica, blindada, profesional y altamente especializada. Sin embargo, en México, el servicio aduanal sigue atrapado entre la improvisación, la rotación política y la captura de intereses. La ausencia de un verdadero servicio de carrera ha convertido a las aduanas en puntos vulnerables, no solo para la evasión fiscal, sino para el crimen organizado, el contrabando y la corrupción sistémica.
En otras latitudes las aduanas operan bajo esquemas mucho más robustos. En países como Estados Unidos, Francia o Corea del Sur, las agencias aduanales funcionan con estructuras jerárquicas similares a las militares: disciplina, formación continua, protocolos estrictos y una cadena de mando clara. Un caso especialmente ilustrativo es el de Italia, donde las funciones aduaneras están a cargo de la Guardia di Finanza, un cuerpo militar especializado en delitos económicos y financieros. Esta institución combina capacidades de fiscalización, inteligencia y seguridad, lo que permite un control fronterizo eficaz, profesional y blindado contra la infiltración criminal.
No se trata de militarizar por reflejo, sino de entender que las fronteras no son solo un punto de tránsito, sino un nodo de soberanía. México necesita con urgencia un servicio aduanal de carrera. Esto implica crear una estructura institucional autónoma, con normatividad particular sin dejar de lado la legislación aplicable a todos los servidores públicos, con ingreso por oposición, formación técnica y ética rigurosa, evaluación permanente y estabilidad laboral. Un cuerpo profesional que no dependa del color del sexenio ni de cuotas partidistas, sino del mérito, la experiencia y la integridad. Un servicio que entienda la complejidad del comercio internacional, la trazabilidad de mercancías, la inteligencia fiscal y los riesgos de seguridad nacional que cruzan cada día por nuestras garitas.
Quien ingrese a este servicio en el futuro no solo será un oficial de aduanas, sino que estará en la ruta para convertirse en el máximo dirigente del sistema aduanal. Para ello, será indispensable crear una Escuela Nacional de Servicio Aduanal, donde convivan militares y civiles bajo un modelo académico riguroso, ético y técnico. Esta institución formaría profesionales con título universitario en Comercio Exterior, Seguridad Económica o Gestión Aduanera, con especializaciones en inteligencia fiscal, logística internacional y control fronterizo. La escuela no solo garantizaría formación de excelencia, sino también identidad institucional, disciplina operativa y visión estratégica de largo plazo. Si es necesario se debe generar el debate sobre si este servicio debe ser completamente militar, civil o combinado.
La improvisación en las aduanas no solo cuesta millones en recaudación perdida; también erosiona la confianza de los socios comerciales, debilita la competitividad logística y pone en riesgo la seguridad del país. No se puede hablar de Estado moderno sin aduanas modernas. Y no se puede hablar de aduanas modernas sin servidores públicos profesionales, capacitados y protegidos por una carrera institucional.
Este servicio de carrera también permitirá una mejor interacción con todos los actores del comercio exterior facilitando un diálogo técnico que de fluidez a las operaciones aduaneras, sin detrimento de la seguridad. Si bien es cierto ya está establecido un servicio civil de carrera, la operación de las aduanas tiene otras características que no se cubren con la legislación existente.
El reto no es menor. Crear un servicio aduanal de carrera requiere, más que nada, voluntad política, reforma legal y una visión de largo plazo. Pero, sobre todo, requiere entender que las aduanas no son un botín, sino una institución clave para el desarrollo nacional. Profesionalizarlas no es un lujo: es una obligación.
