Cada 4 de diciembre, en academias militares, minas y estaciones de bomberos de todo el mundo, se celebra a Santa Bárbara. Su figura, a medio camino entre la tradición religiosa y la identidad profesional, sigue siendo un símbolo de protección y cohesión en profesiones de alto riesgo.
Santa Bárbara vivió en el siglo III y fue encerrada en una torre por su padre para evitar su conversión al cristianismo. Allí ordenó abrir tres ventanas en honor a la Santísima Trinidad. Fue enjuiciada por su propio padre, Dióscoro, quien además pidió ser su verdugo y la decapitó. La leyenda cuenta que fue fulminado por un rayo tras decapitarla. Su martirio y la muerte de su padre, como justicia divina, marcaron el inicio de un culto que se expandió por Oriente y Occidente, invocándola como protectora frente a la muerte súbita. Desde entonces, su martirio se convirtió en símbolo de fidelidad y fortaleza.
Santa Bárbara es patrona, principalmente, de artilleros, mineros, bomberos y electricistas. En las fuerzas armadas, su culto se institucionalizó en distintos momentos: en España desde 1499, en Italia desde la Edad Media, en América Latina con la llegada de la tradición española en el siglo XVI, y en países como Chile y México desde el siglo XIX, cuando sus ejércitos adoptaron la festividad cada 4 de diciembre. Por supuesto que existen muchos otros patronos de especialidades en las Fuerzas Armadas del mundo, pero Santa Bárbara es la más conocida porque su culto se consolidó como protectora de la Artillería y de los oficios vinculados al fuego y la pólvora, mientras que otros patronos se refieren a profesiones que privan sobre otras o que no tienen nada en común. Por ejemplo, San Martín Caballero (Obispo de Tours), es patrono de los soldados, pero también de los comerciantes.
En México se conmemora con ceremonias en el Heroico Colegio Militar, a cargo de Oficiales y Cadetes de la Batería “General Felipe Ángeles”, en cuarteles de Artillería y con eventos sociales; en España, con misas solemnes y desfiles militares, principalmente en la Academia de Artillería, ubicada en Segovia; en Italia, con procesiones en cuerpos de bomberos y Artillería; en Chile, en Regimientos de Artillería y comunidades mineras organizan misas y actos oficiales. En algunos casos es tan fuerte la tradición, que los artilleros chilenos bautizan con el nombre de Bárbara a la primera de sus hijas.
A la mártir se le conoce como Saint Barbara, en inglés; Sainte Barbe, en francés; Santa Barbara, en italiano; Heilige Barbara, en alemán; en griego, Αγία Βαρβάρα (Agía Varvára); en ruso, Святая Варвара (Svyataya Varvara); en polaco, Święta Barbara; en checo, Svatá Barbora. En la tradición católica, es símbolo de fortaleza frente al fuego y la pólvora. En la tradición ortodoxa, se le reconoce también como mártir de gran poder intercesor, invocada contra tormentas y enfermedades.
En los navíos de guerra tradicionales, la “santabárbara” era el pañol de pólvora, es decir, el compartimento destinado a guardar la munición y los explosivos. Se le dio ese nombre porque en dicho espacio solía colocarse una imagen de Santa Bárbara, invocando su protección contra accidentes. El término se extendió en la jerga naval y aún hoy las tripulaciones de barcos modernos de guerra, saben lo que es la santabárbara, aunque se le denomine formalmente como depósito de municiones o pañol de Artillería.
La historia de Santa Bárbara se transformó en un símbolo universal de protección frente a lo imprevisible. Al invocarla se combina fe, tradición y cultura popular, convirtiéndola en una figura que trasciende lo religioso para convertirse en parte de la identidad militar y de algunas otras profesiones. Su figura recuerda que hay seres humanos que enfrentan riesgos extremos, y que la fe y la comunidad son tan esenciales como la técnica, la táctica y la estrategia militares. En otras palabras, que la disciplina militar y la protección espiritual caminan juntas.
