Es común en el lagunero hacer un viaje a la playa, específicamente a Mazatlán.
Llega a ser placentero o incómodo según se aprecie. Preparados con traje de baño, bloqueador, sandalias propias para el lugar, suficiente agua, víveres que allá se podrán adquirir, maletas para portar todo lo necesario para la diversión.
Ir a la playa es predisposición a la diversión. Saber disfrutar del sol, del calor mismo, sudar para tener pretexto de encontrar el agua salada lo más agradable que se pueda.
Todo preparativo para viajar a la playa es regocijo con la esperanza de gozar el lugar. No se piensa en el regreso.
Arrastrando sus santas derrotas, Santos va a la playa y no propiamente a divertirse.
Pretende dejar tiradas allá sus malas actuaciones y sus pésimos resultados.
Con urgencia necesita olvidar tantos malos momentos por eso acude en busca de un trampolín que le favorezca aunque no encuentre alberca para poder creer en él mismo.
La posible alineación que pueda usar es acorde a lo que vaya saliendo.
Muy probablemente, Vucetich y su gente se estén frotando las manos con la bendita ilusión de que ganará tres puntos gratis, libres de impuestos.
Aquí puede radicar la bondad para los laguneros. Que la confianza de los dueños de la playa los lleve a poder dar la sorpresa nacional.
Por cierto, y aunque ya lo sepamos, Santos es la vergüenza nacional en todos sentidos.
Ya cualquiera se burla de él pues sus andares no le otorgan el beneficio de la duda. No merece salir de paseo, y menos a la playa.
Mientras todo esto sucede, esperemos que este Santos cobre conciencia de su andar y modifique sus resultados.
Debe trabajar pero antes de eso está obligado a tener calidad en su accionar.
¿Será cierto que en el mar la vida es más sabrosa?