No van a decirnos qué sucedió con Siboldi; y tendrán razón porque las cosas serias, muy serias, se quedan en casa.
Todos nos sorprendimos del cese repentino casi abrupto de Robert Dante porque no había ninguna pista para de ahí determinar ciertas acciones hasta llegar al finiquito.
Pero podemos suponer “cositas” sólo con el afán de poder entender.
Lo que hizo Siboldi no fue del agrado de la muy alta jerarquía organizacional. Ninguna relación con el campo de juego, ni con los resultados.
Tampoco con el trato a jugadores y al hecho de no haber ganado nada después de haber obtenido el campeonato.
Con esta premisa nos están indicando que un gran logro (ser campeón) no está por encima de otro tipo de valores, expresiones, resultados y comportamientos.
Siboldi ha fallado en su forma de haber dejado a cualquier club. Algo o mucho debe reflexionar él mismo porque ya se le está haciendo costumbre.
Y no podemos concluir que haya sido culpa de los otros. Mucha responsabilidad es de él.
El entrenador que llegue a Tigres se va a encontrar con una organización muy bien edificada; ya la quisieran otros, todos.
Siboldi no supo optimizar su privilegiado lugar ni su cargo porque siempre estuvo protegido por una organización saturada de éxitos.
Es el fiel reflejo del futbol personificado donde el individuo no puede estar por encima de nadie.
Con esto se confirma que los Directores Técnicos pasan a segundo término.