Ya nos regalaron su primera aparición en semifinales, y de alguna manera quedaron a deber los cuatro.
Cualquier semifinal es atractiva y comprometedora pues ocasiona nerviosismo ya que el torneo completo se puede ir de las manos en un lapso breve.
Toluca salió ileso porque supo reaccionar en tiempo y forma.
El Demonio se acordó que una semana atrás dio pena y ahora no quiso verse en otro tipo de apuros.
Tendrá que perder en su casa para verse descartado lo cual se antoja complicado pensando que todo le sea normal y sin contratiempos, como pudiera ser una expulsión.
América se topó con su malestar del semestre. Intentó agradar pero se ahogó. La conducta despreciable de su entrenador al momento de reclamarle al árbitro indica mucho.
No tiene la autorización para hacer desplantes que en nada favorecen ni al equipo y tampoco al espectáculo.
Su persona, en apariencia bien portada, fue merecedora de un castigo que le podrá venir bien a los interesados. Tendrá que ganar para poder ser finalista.
Cruz Azul supo estar e imponer sus pretensiones. Tuvo sus naturales y obligadas congojas pero como le ha sido recurrente en tiempos actuales, puso el pie encima del rival y ya pintó su raya.
Con no perder le basta para derrumbar las insistentes pretensiones campeoniles de su oponente lo cual sería ya un gran logro.
Tigres está mermado por sí mismo. Conoce sus limitaciones y se antoja suponer que no le basta con hacer ruido porque para apagar el infierno se necesita mucho más de lo poco que ha ofrecido.
Está obligado a ganar y con eso basta para pensar que hasta aquí llegó.
¿Habrá alguna sorpresa en la vuelta de la semifinal?
Todo puede acontecer porque nadie está privado de su libertad para ocasionar molestias, pero parece que las cosas no se modificarán. Toluca no debe tener apuros en su casa.
América está metido en un leve conflicto. Cruz Azul goza de cabal salud mientras no lo incomoden.
Y Tigres es el más descobijado.
Por lo pronto tenemos la obligación de presenciar y disfrutar lo que nos quieran regalar los cuatro.
